Indudablemente, y para desánimo de todas las personas conservadoras de este siglo XXI, existen personas que no sienten el llamado a ser madres. No se trata de una forma de prejuicio o señalamiento pero, estamos evidentemente en otros tiempos.

Vivíamos en lo que posiblemente era una línea de acontecimientos repetitivos, con costumbres, tradiciones y una cultura sujeta a tiempos pasados. Ahora nos encontramos inmersos en los actuales que, día a día, modifican todo lo que ya veníamos acostumbrándonos a ver.

“Aceptemos que todo puede cambiar, normalicemos ciertas cosas”

Al principio de noviembre de este año, la joven Ailín Cubelo Naval se volvió tendencia en las redes sociales al postear en su cuenta de Twitter lo siguiente:

“Me ligué las trompas a los 22 años: no quiero tener hijos, ni ahora ni nunca”.

Noticia que sacudió no solo las redes sociales sino la moral de muchos.

La joven, de procedencia argentina, narra, mediante varias entrevistas, que las mujeres no pueden estar obligadas a la maternidad. Existen personas a las que les gusta la carne y otras que solo comen vegetales, quienes creen en un Dios y quienes piensan que no, de la misma forma existen quienes la idea de ser madres no les causa algún deseo.

Siempre ha sido una batalla entre quienes piensan que lo correcto es la “normalidad” acostumbrada y quienes sencillamente consideran que no podemos cerrarnos a pensar y llevar con nosotros una sola idea de todas las cosas.

“Nada puede estar sujeto a nada si no existe un motivo”.

Estamos en un mundo donde todos tienen derecho a opinar, a buscar lo que es mejor para sí mismos, un mundo libre y sin tabúes donde cada quien tiene el derecho de hacer con su vida lo que mejor le convenga (sin dañar a terceros).

Son las decisiones las que nos hacen más fuertes, situaciones que, aunque den mucho que hablar, al final somos nosotros los dueños de nuestra propia vida.

Esta ha sido una de las tantas historias que observamos a diario a nivel mundial. Aunque para algunos, seguramente, se digerirán esta decisión como una completa locura lastimosamente, no todos tenemos la misma forma de reaccionar y de actuar y qué bueno saber que es así.

En el mundo existen millones de casos que, parecidos o no, no se quedan a ser obligados a “hacer lo que es normal hacer”. Todo este ecosistema en el que vivimos tarde o temprano dejará de prestarnos todas las vías y jugará a solo vernos.

Son momentos tan importantes para cada persona, que sí ya hemos decidido qué hacer, no podemos esperar a que otro nos diga lo que debemos o no pensar antes.

Para Ailín no fue una decisión fácil. Ha sido señalada, juzgada y apoyada, volviéndose un espejo de otras que comprenden que no vinieron al mundo para estar a cargo de otra vida.

Con antelación la joven ya había asistido a su ginecólogo y aunque dos veces le notificó su decisión, esta fue rechazada. Probó con otro profesional que sí le dio la atención que ella estaba buscando, no sin antes ser remitida a un psicólogo.

Lo que para muchos es un ejemplo a seguir, para otros es una mala decisión a niveles macros de la que muchos aseguran que tarde o temprano se arrepentirá.

La verdadera naturaleza como seres pensantes es buscar la manera para que eso que nos agobia lo deje de hacer y solventar lo que nos aflige. Nunca estuvo en sus planes el deseo de ser madre y respetar su decisión ha sido todo un revuelo para un público que no está acostumbrado a que le respondan con ideologías que aún no pueden aceptar.

Ser madre es una decisión, como lo es abandonar a una familia. Cuidar de un pequeño en el vientre es un regalo que no todos pueden gozar.

Hacer de los hijos personas de bien es una labor ardua que depende del entorno, por lo que la satisfacción de verlos alcanzar sus metas son momentos únicos que nadie nos asegura que vayan a ser.

¿Por qué lo vemos mal?

Hablamos de un problema cultural de años y años, donde se veía a la mujer únicamente como una figura de procreación y servicio doméstico, sin la oportunidad de al menos preguntarle si le era de agrado o no.

Seguimos viendo ejemplos vivos donde las mujeres son obligadas a cumplir un rol que hoy en día ya no es vigente.

Nadie te dice qué te gustaría estudiar.

Nadie puede obligarnos a comer lo que no nos gusta.

Nadie nos tapa la boca para impedirnos qué decir.

Nadie puede usar mi identidad como suya.

En un contexto actual, la joven que hoy forma parte de una de las noticias virales del mes, es vista como una mujer que transgredió los términos y las normas sociales, pero para otras, es vista como cualquier otra una mujer sin ese deseo a la maternidad.

Personas como Valeria León, reportera especializada en medios internacionales, en su artículo “Moriremos sin ser padres” para Forbes, se expresa diciendo que:

"Las razones para decidir no ser madre son muchas y muy variadas. Estas van desde no sentir el deseo y no estar interesada en ser madre (como en mi caso), que quizá sea la más difícil de comprender por la mayoría."

Fueron las palabras de la chica cuando fue cuestionada por una mujer de descendencia árabe frente a su novio. Y esa es la verdad, para bien o para mal no podemos cambiar el paradigma de otros cuando primeramente, deberíamos de preocuparnos por el nuestro.

Ailín no es la última ni la primera mujer que decide por su cuerpo a temprana edad, no está mal buscar estar menos abrumada con todo lo que implica ser madre.

Aprendamos a aceptar y entender lo que para otros les puede significar demasiado.

Por esa razón, nuestra actualidad debe y necesita comprender que la maternidad deberá ser deseada y no obligada. El destino de las personas no debería de estar establecidos por otros. Es el mejor momento para dejar los viejos tiempos donde deben estar, en el pasado.


Imagen de Gerd Altmann

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