Con motivo de su recién obra publicada Nacimiento y muerte del mundo: un viaje de regreso con las palabras proscritas (Publicación independiente, 2022), entrevistamos a su autor, Luis M. Moya (Luis Moreno Moya, Barcelona, 1976) para conocer más acerca de su trayectoria y de su último libro que sin duda recomendamos. Se trata de una obra corta, pero intensa, profundamente original, que se mueve entre la filosofía, la poesía y que intenta hacer un análisis, muy personal, de los tiempos que nos han tocado vivir. Dejamos a criterio del lector decidir con qué otras obras y autores sería interesante hacer alguna comparación, nosotros nos quedamos con la consigna que acompaña al libro: 'El mejor anti bestseller del siglo XXI'.
El libro acaba con doce preguntas. ¿De verdad crees que las preguntas roban el alma?
Sí, pero considero que este libro es un espacio seguro.
¿Cómo podemos saber si esta entrevista también lo es?
Nuestra alma está en juego constantemente. Pienso que se trata solamente de decirlo, de verbalizarlo. Mostrar el respeto al lenguaje, a su poder. Preguntar no es inocuo, al menos no debería serlo. Solo así podemos ofrecernos mutuamente alguna cosa de valor: la guerra, por ejemplo.
La segunda pregunta de la lista es: ¿preguntar es de fascistas?
[Risas] En una democracia utópica, sí lo sería.
Distópica, más bien.
En una democracia plena, la guerra debe ser sagrada. ¿Cómo se logra esto? Quizá, a través del juego, de unos medios que nos permitan actuar directa y constantemente, sin previo requerimiento y de manera ordenada, sobre los mecanismos que nos rigen socialmente. El Estado confesional volvería a tener sentido. Jugar sería la nueva forma de rezar. Habríamos conseguido liberar a la palabra, el fascismo habría sido transformado y la sociedad podría ser productiva de nuevo. Internet, en todo su potencial, nos podría acercar un poco a eso.
"Lamentablemente, los artistas son gente más interesada en cambiar la forma del arte que la de rezar."
¿El problema no es, quizá, el bajo nivel del debate público?
No. No se trata tanto de poner en cuestión los temas de los que hablamos ni los planteamientos que usamos, sino la forma que tienen nuestras conversaciones. Tenemos muy asumido al canal, al emisor y al receptor. No digo que no sea así, digo que tenemos demasiado claro quién es qué en cada caso y eso nos hace depender mucho de las ideas. Creo que la responsabilidad del arte es esa, la de romper esa asunción. Lamentablemente, los artistas son gente más interesada en cambiar la forma del arte que la de rezar.
De todo esto hablas también en el libro.
De alguna manera, supongo que sí. La impresión que tengo es que este libro sucede en un tiempo y un espacio anterior al de las ideas. Un lugar desde donde las palabras nos observan y pueden decidir por sí mismas, donde pueden dejar de ser palabras. Este libro no habla de nada en concreto. Al menos, no en la forma en la que lo podemos hacer en esta entrevista. Este libro no está escrito para decirnos nada, sino que se construye como un espacio donde las palabras puedan moverse y relacionarse entre ellas a su antojo. Eso es lo que creo que les permite cargarse de significado y consigue renovar nuestra mirada. Esa relación entre palabras, que solo es posible si se crea un espacio de libertad y seguro, es quizá lo más importante que ocurre en el libro. La democracia es este libro.
¿Un libro así tiene cabida en el panorama actual? ¿Cuál ha sido tu experiencia en todo el proceso de publicación?
Ha sido bastante interesante. Hubo un par de pequeñas editoriales interesadas en la obra, pero la idea de autopublicar y la libertad que eso te ofrece me hicieron decantarme por esta opción. Tener conocimientos avanzados de programación y del mundo online en general me ayudaron a decidirme, a controlar todo el proceso y a poder ofrecer al lector un producto muy cuidado y profesional. El libro físico no se encuentra en librerías a pie de calle, pero sí en tiendas online y Amazon. De todas formas, en el caso de que alguna gran editorial me hubiera ofrecido sus servicios con la posibilidad de una mayor distribución, por el tipo de libro que es y de autor que soy, mi decisión, seguramente, hubiera sido la misma.
"Mi urgencia no es escribir, es defenderme de la revolución y eso me lleva a algún lugar anterior a la violencia del éxito."
Entonces, ¿el destino del 'mejor anti bestseller del siglo XXI' es perderse entre los miles de libros autopublicados en Amazon?
Lo más seguro. Me cuesta entender que un libro así, vivo, incluso en su peor sentido, pueda llegar a tener éxito. Sobre todo, teniendo en cuenta que el éxito es algo muy orgánico también. Intuyo cierta incompatibilidad, pero quién sabe. Mi urgencia no es escribir, es defenderme de la revolución y eso me lleva a algún lugar anterior a la violencia del éxito. Ya te digo, si este libro tuviera éxito no sé muy bien cómo lo entendería.
Si tiene éxito es porque algo ha salido mal.
No sé. Hay algo enfermo y roto en esta necesidad de reconocimiento que tenemos actualmente, pero, por eso mismo, celebro los que la buscan y la exhiben sin complejos.
Sin embargo, en el libro la idea de éxito está bastante presente, incluso como algo de lo que no podemos escapar.
Me refiero a que ya no sabemos no mirar. Eso es lo que intento decir. En otro momento del libro también digo, 'la tecnología ha cambiado por completo a las hormigas'. Pues, eso. Mi único conocimiento es sobre las hormigas. En cualquier caso, estoy muy a favor del éxito porque pienso que lo único intrínsecamente capitalista es la historia.
"[...] ha llegado un punto en el que para estar de acuerdo con lo que quieren los catalanes y cómo lo quieren, hay que ponerse en contra."
Hablemos de los motivos del libro. En algún momento se insinúa que empiezas a escribirlo a partir de los acontecimientos del uno de octubre en Cataluña. Tú eres de Barcelona y supongo que los deberías vivir de cerca.
Cierto, pero el libro no trata de eso. Sí que estoy convencido de que la escritura es anterior a uno mismo y que, en ese sentido, el uno de octubre fue una conexión. De lo que trata el libro, sin embargo, es de cómo devorar y no ser devorados gracias a la ayuda del fuego y de las palabras.
Hay un capítulo, el único escrito en catalán, bastante duro con los catalanes.
Es que ha llegado un punto en el que para estar de acuerdo con lo que quieren los catalanes y cómo lo quieren, hay que ponerse en contra.
Pero tú eres catalán.
Bueno, me lo estoy pensando. [Risas] Es bastante difícil dejar de serlo. Si tuviéramos algún carnet o pasaporte propio sería más fácil poder renunciar.
El mundo parece dividido en dos frentes, eso tensa nuestras relaciones y surge de nuevo un cierto totalitarismo, a veces, disfrazado de todo lo contrario. ¿Te has sentido censurado alguna vez?
Creo que la censura siempre está ahí y lidiar con ella es parte del proceso creativo. Creo que incluso puede ser una aliada. Pero no creo que la censura, en su sentido más amplio y menos inocente, prohíba nada en realidad, sino que, al contrario, te incita a hacer y a decir, pero utilizando sus palabras y sus hechos. En ese sentido, sí que me parece algo perverso. Creo que simplemente vivimos atrapados en el lenguaje.
En todos tus libros la idea de la naturaleza está muy presente, es el eje central en torno al cual se desarrolla todo tu pensamiento.
Así es. Además, respecto a esto, si me permites, me gustaría aprovechar esta entrevista para lanzar un mensaje.
Adelante.
Querido lector o lectora, en el caso de encontrarte frente al dilema de intervenir o no en la naturaleza salvaje, de alterarla, de modificarla, de protegerla, solo te recuerdo que, hagas lo que hagas, no es posible, repito, no es posible porque tu dilema no es un dilema, no es algo humano siquiera, sino que también es naturaleza salvaje. Por este motivo, por favor, no te quedes mirando y ¡defiende sin dudarlo al pobre grillo atrapado entre las mandíbulas del grupo de hormigas! Aún estamos a tiempo de dejar de ser artistas y de volver a ser personas. Gracias.
"Quizá, esa sería la diferencia entre mi primer libro y el segundo. El primero se encierra sobre mí mismo y el segundo habla de ti."
Ahí queda. Pero vayamos al principio. De hecho, tú comienzas estudiando Bellas Artes, ¿cómo te conviertes en escritor y por qué tardas tantos años en volver a publicar?
Nunca he tenido esa ambición, ni he seguido ninguna estrategia, ni siquiera tuve una infancia difícil, ni los libros me han salvado de nada. En realidad, siempre he creído que la cultura es una parte importante del problema. Quizá sea eso. Hace veinte años, estaba dedicado a crear mi obra pictórica. Sin embargo, el hecho de pelearme contra mi propia cultura visual no me aportaba gran cosa. En cambio, al no haber leído casi nada hasta ese momento, ni saber nada sobre escritura, eso me llevó a empezar a escribir. Después de siete años y miles de folios, acabé mi primer libro de apenas cien páginas, sin título, sin portada, que edité y distribuí por mi cuenta. En ese momento, me quedó la sensación de haberlo ya dicho todo. Ahora, después de veinte años, vuelvo a publicar de forma más bien casual. La explicación es que, seguramente, escribir y decir no sean necesariamente lo mismo.
Sin embargo, la obsesión de lograr decir algo la sigues teniendo y sigue estando muy presente en este segundo libro.
Sí, es cierto. Lo que te decía antes sobre lo de vivir atrapados por el lenguaje. Es la idea, compartida en ambos libros, de lograr decir, pero más desde la experiencia inmediata que desde la razón, ayudándome más por la fe o la magia que por la música o la belleza. Para mí, éste es un matiz básico. Después de escribir los dos libros, y partiendo del hecho que ambos se basan en su propio proceso de destrucción, me parece que decir algo es bastante más complicado que decirlo todo. Tal vez, porque para decir algo necesitas un motivo, ponerte de acuerdo de alguna manera con alguien más. Quizá, esa sería la diferencia entre mi primer libro y el segundo. El primero se encierra sobre mí mismo y el segundo habla de ti.
"[...] cuando eres joven, la urgencia es la vida, uno mismo. De mayor, es la muerte, el otro. Mi próximo libro tratará tal vez de la tercera urgencia que quizá sea el (re)nacimiento, lo demás."
¿Tu primer libro está disponible en librerías?
Como te digo, ni siquiera tenía título hasta hace poco. Ahora, se va a editar en condiciones para ponerlo a la venta en Amazon y librerías online.
Para los lectores y lectoras interesados, ¿vas a tardar otros veinte años en publicar tu tercer libro?
Me cuesta escribir. El primer libro, tardé unos siete años en acabarlo. Este segundo, unos cinco. Y son libros cortos, de cien páginas apenas. Pero me parece lógico que en pleno siglo XXI sea así. Me gustaría probar hacer una novela, pero no logro expresarme en esos términos, en ese lenguaje, sus códigos son antiguos y me parece extraño, incluso un poco sospechoso, su vigencia. En cualquier caso, yo diría que cuando eres joven, la urgencia es la vida, uno mismo. De mayor, es la muerte, el otro. Mi próximo libro tratará tal vez de la tercera urgencia que quizá sea el (re)nacimiento, lo demás.
Seguro que nos resulta tan interesante como lo ha sido leer Nacimiento y muerte del mundo, un libro que desde aquí recomendamos a todos nuestros lectores.
NACIMIENTO Y MUERTE DEL MUNDO: Un viaje de regreso con las palabras proscritas por Luis M. Moya
¿Tienes obra publicada o autopublicada?
Contacta con nosotros y ¡presenta tu libro a nuestros lectores!
Con motivo de su recién obra publicada Nacimiento y muerte del mundo: un viaje de regreso con las palabras proscritas (Publicación independiente, 2022), entrevistamos a su autor, Luis M. Moya (Luis Moreno Moya, Barcelona, 1976) para conocer más acerca de su trayectoria y de su último libro que sin duda recomendamos. Se trata de una obra corta, pero intensa, profundamente original, que se mueve entre la filosofía, la poesía y que intenta hacer un análisis, muy personal, de los tiempos que nos han tocado vivir. Dejamos a criterio del lector decidir con qué otras obras y autores sería interesante hacer alguna comparación, nosotros nos quedamos con la consigna que acompaña al libro: 'El mejor anti bestseller del siglo XXI'.
El libro acaba con doce preguntas. ¿De verdad crees que las preguntas roban el alma?
Sí, pero considero que este libro es un espacio seguro.
¿Cómo podemos saber si esta entrevista también lo es?
Nuestra alma está en juego constantemente. Pienso que se trata solamente de decirlo, de verbalizarlo. Mostrar el respeto al lenguaje, a su poder. Preguntar no es inocuo, al menos no debería serlo. Solo así podemos ofrecernos mutuamente alguna cosa de valor: la guerra, por ejemplo.
La segunda pregunta de la lista es: ¿preguntar es de fascistas?
[Risas] En una democracia utópica, sí lo sería.
Distópica, más bien.
En una democracia plena, la guerra debe ser sagrada. ¿Cómo se logra esto? Quizá, a través del juego, de unos medios que nos permitan actuar directa y constantemente, sin previo requerimiento y de manera ordenada, sobre los mecanismos que nos rigen socialmente. El Estado confesional volvería a tener sentido. Jugar sería la nueva forma de rezar. Habríamos conseguido liberar a la palabra, el fascismo habría sido transformado y la sociedad podría ser productiva de nuevo. Internet, en todo su potencial, nos podría acercar un poco a eso.
"Lamentablemente, los artistas son gente más interesada en cambiar la forma del arte que la de rezar."
¿El problema no es, quizá, el bajo nivel del debate público?
No. No se trata tanto de poner en cuestión los temas de los que hablamos ni los planteamientos que usamos, sino la forma que tienen nuestras conversaciones. Tenemos muy asumido al canal, al emisor y al receptor. No digo que no sea así, digo que tenemos demasiado claro quién es qué en cada caso y eso nos hace depender mucho de las ideas. Creo que la responsabilidad del arte es esa, la de romper esa asunción. Lamentablemente, los artistas son gente más interesada en cambiar la forma del arte que la de rezar.
De todo esto hablas también en el libro.
De alguna manera, supongo que sí. La impresión que tengo es que este libro sucede en un tiempo y un espacio anterior al de las ideas. Un lugar desde donde las palabras nos observan y pueden decidir por sí mismas, donde pueden dejar de ser palabras. Este libro no habla de nada en concreto. Al menos, no en la forma en la que lo podemos hacer en esta entrevista. Este libro no está escrito para decirnos nada, sino que se construye como un espacio donde las palabras puedan moverse y relacionarse entre ellas a su antojo. Eso es lo que creo que les permite cargarse de significado y consigue renovar nuestra mirada. Esa relación entre palabras, que solo es posible si se crea un espacio de libertad y seguro, es quizá lo más importante que ocurre en el libro. La democracia es este libro.
¿Un libro así tiene cabida en el panorama actual? ¿Cuál ha sido tu experiencia en todo el proceso de publicación?
Ha sido bastante interesante. Hubo un par de pequeñas editoriales interesadas en la obra, pero la idea de autopublicar y la libertad que eso te ofrece me hicieron decantarme por esta opción. Tener conocimientos avanzados de programación y del mundo online en general me ayudaron a decidirme, a controlar todo el proceso y a poder ofrecer al lector un producto muy cuidado y profesional. El libro físico no se encuentra en librerías a pie de calle, pero sí en tiendas online y Amazon. De todas formas, en el caso de que alguna gran editorial me hubiera ofrecido sus servicios con la posibilidad de una mayor distribución, por el tipo de libro que es y de autor que soy, mi decisión, seguramente, hubiera sido la misma.
"Mi urgencia no es escribir, es defenderme de la revolución y eso me lleva a algún lugar anterior a la violencia del éxito."
Entonces, ¿el destino del 'mejor anti bestseller del siglo XXI' es perderse entre los miles de libros autopublicados en Amazon?
Lo más seguro. Me cuesta entender que un libro así, vivo, incluso en su peor sentido, pueda llegar a tener éxito. Sobre todo, teniendo en cuenta que el éxito es algo muy orgánico también. Intuyo cierta incompatibilidad, pero quién sabe. Mi urgencia no es escribir, es defenderme de la revolución y eso me lleva a algún lugar anterior a la violencia del éxito. Ya te digo, si este libro tuviera éxito no sé muy bien cómo lo entendería.
Si tiene éxito es porque algo ha salido mal.
No sé. Hay algo enfermo y roto en esta necesidad de reconocimiento que tenemos actualmente, pero, por eso mismo, celebro los que la buscan y la exhiben sin complejos.
Sin embargo, en el libro la idea de éxito está bastante presente, incluso como algo de lo que no podemos escapar.
Me refiero a que ya no sabemos no mirar. Eso es lo que intento decir. En otro momento del libro también digo, 'la tecnología ha cambiado por completo a las hormigas'. Pues, eso. Mi único conocimiento es sobre las hormigas. En cualquier caso, estoy muy a favor del éxito porque pienso que lo único intrínsecamente capitalista es la historia.
"[...] ha llegado un punto en el que para estar de acuerdo con lo que quieren los catalanes y cómo lo quieren, hay que ponerse en contra."
Hablemos de los motivos del libro. En algún momento se insinúa que empiezas a escribirlo a partir de los acontecimientos del uno de octubre en Cataluña. Tú eres de Barcelona y supongo que los deberías vivir de cerca.
Cierto, pero el libro no trata de eso. Sí que estoy convencido de que la escritura es anterior a uno mismo y que, en ese sentido, el uno de octubre fue una conexión. De lo que trata el libro, sin embargo, es de cómo devorar y no ser devorados gracias a la ayuda del fuego y de las palabras.
Hay un capítulo, el único escrito en catalán, bastante duro con los catalanes.
Es que ha llegado un punto en el que para estar de acuerdo con lo que quieren los catalanes y cómo lo quieren, hay que ponerse en contra.
Pero tú eres catalán.
Bueno, me lo estoy pensando. [Risas] Es bastante difícil dejar de serlo. Si tuviéramos algún carnet o pasaporte propio sería más fácil poder renunciar.
El mundo parece dividido en dos frentes, eso tensa nuestras relaciones y surge de nuevo un cierto totalitarismo, a veces, disfrazado de todo lo contrario. ¿Te has sentido censurado alguna vez?
Creo que la censura siempre está ahí y lidiar con ella es parte del proceso creativo. Creo que incluso puede ser una aliada. Pero no creo que la censura, en su sentido más amplio y menos inocente, prohíba nada en realidad, sino que, al contrario, te incita a hacer y a decir, pero utilizando sus palabras y sus hechos. En ese sentido, sí que me parece algo perverso. Creo que simplemente vivimos atrapados en el lenguaje.
En todos tus libros la idea de la naturaleza está muy presente, es el eje central en torno al cual se desarrolla todo tu pensamiento.
Así es. Además, respecto a esto, si me permites, me gustaría aprovechar esta entrevista para lanzar un mensaje.
Adelante.
Querido lector o lectora, en el caso de encontrarte frente al dilema de intervenir o no en la naturaleza salvaje, de alterarla, de modificarla, de protegerla, solo te recuerdo que, hagas lo que hagas, no es posible, repito, no es posible porque tu dilema no es un dilema, no es algo humano siquiera, sino que también es naturaleza salvaje. Por este motivo, por favor, no te quedes mirando y ¡defiende sin dudarlo al pobre grillo atrapado entre las mandíbulas del grupo de hormigas! Aún estamos a tiempo de dejar de ser artistas y de volver a ser personas. Gracias.
"Quizá, esa sería la diferencia entre mi primer libro y el segundo. El primero se encierra sobre mí mismo y el segundo habla de ti."
Ahí queda. Pero vayamos al principio. De hecho, tú comienzas estudiando Bellas Artes, ¿cómo te conviertes en escritor y por qué tardas tantos años en volver a publicar?
Nunca he tenido esa ambición, ni he seguido ninguna estrategia, ni siquiera tuve una infancia difícil, ni los libros me han salvado de nada. En realidad, siempre he creído que la cultura es una parte importante del problema. Quizá sea eso. Hace veinte años, estaba dedicado a crear mi obra pictórica. Sin embargo, el hecho de pelearme contra mi propia cultura visual no me aportaba gran cosa. En cambio, al no haber leído casi nada hasta ese momento, ni saber nada sobre escritura, eso me llevó a empezar a escribir. Después de siete años y miles de folios, acabé mi primer libro de apenas cien páginas, sin título, sin portada, que edité y distribuí por mi cuenta. En ese momento, me quedó la sensación de haberlo ya dicho todo. Ahora, después de veinte años, vuelvo a publicar de forma más bien casual. La explicación es que, seguramente, escribir y decir no sean necesariamente lo mismo.
Sin embargo, la obsesión de lograr decir algo la sigues teniendo y sigue estando muy presente en este segundo libro.
Sí, es cierto. Lo que te decía antes sobre lo de vivir atrapados por el lenguaje. Es la idea, compartida en ambos libros, de lograr decir, pero más desde la experiencia inmediata que desde la razón, ayudándome más por la fe o la magia que por la música o la belleza. Para mí, éste es un matiz básico. Después de escribir los dos libros, y partiendo del hecho que ambos se basan en su propio proceso de destrucción, me parece que decir algo es bastante más complicado que decirlo todo. Tal vez, porque para decir algo necesitas un motivo, ponerte de acuerdo de alguna manera con alguien más. Quizá, esa sería la diferencia entre mi primer libro y el segundo. El primero se encierra sobre mí mismo y el segundo habla de ti.
"[...] cuando eres joven, la urgencia es la vida, uno mismo. De mayor, es la muerte, el otro. Mi próximo libro tratará tal vez de la tercera urgencia que quizá sea el (re)nacimiento, lo demás."
¿Tu primer libro está disponible en librerías?
Como te digo, ni siquiera tenía título hasta hace poco. Ahora, se va a editar en condiciones para ponerlo a la venta en Amazon y librerías online.
Para los lectores y lectoras interesados, ¿vas a tardar otros veinte años en publicar tu tercer libro?
Me cuesta escribir. El primer libro, tardé unos siete años en acabarlo. Este segundo, unos cinco. Y son libros cortos, de cien páginas apenas. Pero me parece lógico que en pleno siglo XXI sea así. Me gustaría probar hacer una novela, pero no logro expresarme en esos términos, en ese lenguaje, sus códigos son antiguos y me parece extraño, incluso un poco sospechoso, su vigencia. En cualquier caso, yo diría que cuando eres joven, la urgencia es la vida, uno mismo. De mayor, es la muerte, el otro. Mi próximo libro tratará tal vez de la tercera urgencia que quizá sea el (re)nacimiento, lo demás.
Seguro que nos resulta tan interesante como lo ha sido leer Nacimiento y muerte del mundo, un libro que desde aquí recomendamos a todos nuestros lectores.
NACIMIENTO Y MUERTE DEL MUNDO: Un viaje de regreso con las palabras proscritas por Luis M. Moya
¿Tienes obra publicada o autopublicada?
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