Aunque con el tiempo la tradición oral ha perdido relevancia, en la Edad Media era la manera más usual e importante de comunicación y de expresión artística literaria. Los relatos orales constituyen el origen de la Literatura.

Desaparecido el poder de Roma, el latín que se hablaba en diversos países de Europa empezó a evolucionar de forma diferente, dando lugar a una serie de lenguas llamadas romances o románicas.

Estas nuevas lenguas se difundieron entre la gente, en parte, gracias a una literatura oral y popular que eran los cantares de gesta, representaciones de teatro, poesía, etc.

Con la caída del Imperio Romano ante el avance de los bárbaros en el siglo V, comienza la Edad Media, que abarca hasta el siglo XV.

En este largo período de luchas y reajustes sociales, y con la desaparición de las grandes ciudades e instauración del feudalismo, no se produce una única cultura comparable a la grecolatina.

El latín, que la religión cristiana había adoptado para su liturgia, se convierte también en la lengua literaria, lo que facilita el intercambio cultural entre los diferentes países.

Es precisamente la Iglesia la institución que concentra el saber y que, prácticamente, lo monopoliza. No obstante, en el transcurso de la época surgirán nuevas lenguas, lenguas romances y lenguas germánicas, y con ellas las literaturas nacionales.

Paulatinamente, a partir del latín surgen nuevas lenguas denominadas, lenguas románicas o romances y por otra parte, se van desarollando las lenguas germánicas.

Las primeras proceden del denominado latín vulgar, que era la lengua hablada popularmente en Roma y, por tanto, la que soldados y funcionarios romanos llevaron a los países que conquistaron.

Al desintegrarse el Imperio, el latín vulgar evolucionó y se diversificó hasta dar lugar a las lenguas romances que eran el Italiano, Francés, Provenzal, Castellano, Catalán, Gallego, Portugués y Rumano.

Fuera del área románica, comenzaron a formarse en la Edad Media las lenguas germánicas que eran el Inglés, Alemán, Danés, Sueco y Noruego. Las nuevas lenguas fueron el vehículo de expresión cultural que dio lugar a las diversas literaturas nacionales.

En el Scriptorium de los monasterios, los monjes copiaban manuscritos y en ellos dibujaban miniaturas.

La rígida sociedad medieval estaba compartimentada en tres clases o estamentos y en cada uno de ellos se cultivaba un determinado género literario acorde con sus valores y principios.

Los ideales de la nobleza son recogidos en los cantares de gesta. Más tarde, al pasar de ser guerrera a cortesana, la clase dirigente genera una lírica amorosa llamada provenzal y unos relatos fantásticos que eran poemas caballerescos los cuales transmitían su idea del mundo y de la vida.

Del clero procede una copiosa literatura moral y religiosa. El pueblo entona bellas canciones tradicionales, la mayoría de las cuales se han perdido, pues no se pusieron por escrito.

Del pueblo surgirá a su vez una nueva clase, la burguesía, que dejó constancia de su espíritu práctico en relatos humorísticos y satíricos.

Durante la Edad Media, en Europa sólo la Iglesia tiene acceso al saber. La nobleza se ocupa de guerrear, el pueblo llano trabaja sin descanso. Recluidos en monasterios y conventos, los monjes se afanan en copiar manuscritos de obras clásicas. De este modo custodian, reproducen y estudian los restos del antiguo saber, casi todos escritos en latín.

Originaria de los pueblos de Arabia, la civilización Islámica se extendió desde China hasta España. La lengua Árabe se convirtió en un elemento fundamental dentro de esta expansión ya que las antiguas tribus la consideraban el vehículo principal para el arte. Las obras literarias, tanto de prosa como de poesía, se concebían para ser oídas.

Los árabes conocieron y asimilaron las culturas orientales, sobre todo la India y la Persa, y la cultura Griega, que difundirían por toda Europa Occidental junto con la expansión del Islam.

Hasta los tiempos de Mahoma en el siglo VII después de Cristo, su literatura, caracterizada por un intenso lirismo, se transmitía de forma oral, por lo que son escasas las obras conservadas.

Después aparecen ya en los distintos países conquistados escritores notables que cultivan la poesía, el cuento y la prosa de carácter filosófico y religioso.

Los libros más destacados de estos siglos son el Corán, principal texto religioso Islámico y Las Mil y Una Noches, colección de cuentos de tradición oral aún hoy muy populares.

Los cuentos de Las Mil y Una Noches no se conocieron en Occidente hasta el siglo XVIII, cuando un investigador Francés los tradujo. Sin embargo, durante la Edad Media debieron circular versiones de algunos de ellos, que sin duda influyeron a Boccaccio y a don Juan Manuel.

El Corán es el libro sagrado del Islam, la palabra de Dios transmitida a Mahoma, que fue recopilado poco después de la muerte del profeta.

Se compone de 114 capítulos o suras, que a su vez se dividen en versículos rimados, al estilo de la Biblia.

Para la civilización musulmana el Corán se convirtió en el libro por excelencia, no sólo desde el punto de vista religioso, sino también literario, ya que contribuyó a dar uniformidad a la lengua árabe, se constituyó como modelo gramatical y estilístico, y creó las bases retóricas sobre las que sustentaría su poesía.

Sin embargo, para los Occidentales, su comprensión entraña enormes dificultades por sus complejas alusiones.

Las Mil y Una Noches es la colección de cuentos más importante de la literatura árabe, contiene relatos orales procedentes de Persia, India, Egipto y Arabia, engarzados en un sencillo hilo argumental, se van entrelazando relatos de diversa índole como cuentos cortos, novelas, leyendas y reflexiones morales, y también, de diversa temática como relatos fantásticos, de aventuras, picarescos y cortesanos.

Para finalizar con este pequeño análisis sobre las lenguas, añadir que en Las Mil y Una Noches es frecuente la introducción de unas historias en otras mediante continuos encadenamientos que hacen que un narrador dé vida a otro narrador, quien a su vez relata una nueva historia donde aparece otro narrador y así sucesivamente. La narradora principal es Scherezade.


Imagen original de Gordon Johnson

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