Frases como “¿por qué me miras así?” nos recuerdan que entre quien mira y quien es mirado siempre existe una incógnita que impide conocer plenamente el significado y la intención de lo que ocurre en la intimidad emocional de cada uno.

Se interpone entre ambos una interpretación que no será fácil ni unívoca y que puede llegar a generar confusiones y conflictos.

Referirnos al lenguaje de la mirada implica introducirnos en el área de lo que nos representamos acerca de lo que uno observa.

¿Existe la realidad o lo que interpretamos de ella?

Permanentemente estamos interpretando lo que recibimos de otros, miradas, palabras, escritos. Todo va a ser atravesado por uno mismo, interpretado. Y no siempre esa interpretación coincidirá con la intención del otro.

Los afectos son multi-interpretables y en consecuencia el lenguaje del cuerpo, incluyendo gestos, ademanes, miradas, puede traer equívocos, errores y hasta rupturas.

Pero a pesar de lo problemático del tema, no hay que olvidar que el primer encuentro humano, el reconocimiento de la existencia del otro, es la unión de la mirada entre la madre y su bebé en la intimidad de la lactancia. Es en ese encuentro donde el bebé descubre su ser antes que el lenguaje.

Porque “los ojos son el espejo del alma”, la observación de la mirada de nuestro interlocutor puede darnos una pista sobre la información que está procesando.

Siempre es importante mirar a los ojos de nuestro interlocutor porque esa es la mejor forma de hacerlo sentir escuchado y animarlo así a continuar su conversación. No se trata de mirarlo de manera insistente sino de hacerlo durante unos segundos, sonriendo, asintiendo y al mismo tiempo transitando su expresión. Porque cuando alguien recibe elogios se entusiasma y sostiene su mirada, mientras los individuos inseguros son más esquivos.

Diversas investigaciones asocian la dirección a la que se dirigen los ojos y la clase de información que se procesa. Es una correspondencia que se manifiesta muy frecuentemente y puede ser ventajoso conocerla en determinados casos.

Afirman los especialistas que cuando una persona concentrada en su pensamiento mueve los ojos hacia la izquierda está procesando información pasada, recuerdos.

En cambio, si los mueve hacia la derecha, la información en mente está siendo elaborada o inventada.

También sostienen que al dirigir los ojos hacia arriba se está procesando información visual, cuando se mantienen en la línea media la información es auditiva y si se dirigen hacia abajo la referencia se asocia a la percepción del equilibrio y de la posición de las partes del cuerpo.

Estas herramientas no sólo nos permitirían conocer qué es lo que nuestro interlocutor tiene en mente, sino también podrían ayudarnos a recordar y crear. Por ejemplo, para recordar una vieja canción sería óptimo dirigir los ojos al medio y a la izquierda, pero si la idea es inventar creativamente un gráfico, se facilitaría la tarea apuntando la vista arriba y a la derecha. Son prácticas que, además de divertidas, resultan útiles.

Dicen que los ojos son el espejo del alma, sin embargo, deberíamos decir que los ojos son el reflejo de nuestra atención.

Nuestros sentidos captan una gran cantidad de estímulos a lo largo del día, pero aquellos estímulos relacionados con nuestros intereses son los que logran captar nuestra atención en mayor medida. Por ello, lo que nos gusta o nos produce una sensación positiva tiene un efecto en nuestro cuerpo.

Observar el comportamiento de nuestra pupila es muy útil para saber qué cosas nos interesan más y por tanto captan nuestra atención y qué cosas nos desagradan o no nos resultan relevantes según nuestros intereses. Si un estímulo logra captar nuestra atención nuestra pupila se dilata.

En varias investigaciones realizadas, se puede ver cómo la pupila reacciona ante determinadas palabras que le interesan al sujeto, el nombre de un hombre atractivo, el nombre de su mascota o una marca de ropa determinada.

Los ojos comunican de forma continúa. Si en una conversación uno de los participantes desvía de forma continuada su mirada hacia la derecha significa que está recordando aquello que está contando, sin embargo, si desvía su mirada hacia la izquierda, significa que está mintiendo.


Imagen de Михаил Прокопенко

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