Se formó como psicóloga en la Universitat Catòlica de València, de donde se graduó en 2015.

Hija del también psicólogo Francisco Gallego, actualmente trabaja en el Centro de Psicología Alberto Soler como Psicóloga (terapeuta) perinatal (embarazo, lactancia, estrés postraumático/postparto) einfanto-juvenil. Es experta en neurociencia del sueño infantil, bebés prematuros y/o con necesidades especiales, trastornos de conducta infantil, gestión emocional y orientación y apoyo a madres y padres en sus primeros años de crianza. También lleva grupos de apoyo a mujeres víctimas de violencia obstétrica, así como asistencia a familias que hayan sufrido pérdidas gestacionales o neonatales.

Además, Nuria ha trabajado como psicóloga en el servicio de urgencias sociales de Valencia, es fundadora y directora de grupos y festivales de danza oriental tribal, profesora de danza y, aunque parezca que no pueda tener tiempo para más, es madre de tres.

Escuchar su voz apacible, aunque sea al otro lado de una pantalla de ordenador, inspira mucha paz. Esto precisamente imagino que sienten sus pacientes al hablar con ella, al tenerla cerca. Es dulce y cercana desde el primer instante. Aún así, su mensaje es contundente y claro.

¿Acuden a ti mujeres que no saben si ser mamás o no?

Claro, me llegan mujeres que dudan de si se estarán perdiendo algo por no ser madres. Ante todo les pregunto qué significa para ellas la maternidad. Necesito que me definan qué tipo de realización piensan que llegarían a alcanzar mediante ésta. La respuesta no debería ser "necesito ser madre para ser", porque tú en realidad ya eres. Eres una persona completa y si necesitas un hijo para completarte, pobre hijo. Vas a volcar en él unas esperanzas y una responsabilidad de llenar tu vacío, que no puede ni debe acarrear. A la larga, estas expectativas acaban haciendo daño a padres y a hijos, pues se les exigirá ser quienes tal vez no quieran ser, para cumplir esos deseos que los padres no pudieron cumplir.

Ser madre es hacer un ejercicio de consciencia en el que hay que preguntarse ¿para qué traigo un hijo al mundo? ¿Para completar un "check-list"? ¿Porque "hay que hacerlo"? Ninguna de esas razones ha de guiarnos. Yo he tenido a mis hijos porque el mundo necesita mejores seres humanos y pienso que yo puedo dárselos. Mi forma de cambiar el mundo es aportar nuevos seres, con otras mentalidades y otras creencias. ¿Qué legado vamos a dejar si hay personas que piensan que no debemos tener hijos, dada la superpoblación o por el daño ecológico? ¿Quién va a defender el medioambiente cuando sólo queden los hijos de los que lo destruyen? Se trata más bien de que nuestros hijos sean personas con mayúsculas. Personas libres y no necesariamente hechas nuestra imagen y semejanza.

En la decisión de ser madres o no, ¿entran en juego las ideas feministas?

Hay mujeres que se han generado cierta aversión a la maternidad por determinadas ideas feministas. Al principio del feminismo, se creó una corriente que decía que, para ser libres e independientes, las mujeres debían rechazar todo aquello que era propio de una mujer. No sólo a nivel social o cultural, sino también a nivel biológico. De esta manera se negó una parte de la mujer, con el mensaje "no gestes, no paras, no des pecho, no te vincules y no críes, por que entonces no eres libre y el hombre sí, y te pones por debajo". Hoy en día hay otra maternidad totalmente diferente, en la que tú puedes ser madre y ser libre. Puedes disfrutar de la crianza, del vínculo y de tu cuerpo, sin vivirlo como un yugo. Dejar de trabajar para criar a tus hijos, para muchos, es un retroceso total al pasado. La diferencia es que antes era impuesto, antes era lo que se tenía que hacer, pero hoy en día tú eliges hacerlo y eliges disfrutarlo. Si tu motivo para tener hijos fue tachar eso de tu lista de cosas por hacer, y quieres seguir con tu camino intacto, cargarás la crianza a terceras personas (abuelos, niñeras), pero te perderás por el camino. Puedes no ser madre porque no te obliga nadie.

Núria Gallego portando a su bebé | Foto de Victor Gutiérrez

Entonces, ¿se trata de encontrar el equilibro entre ser feminista y ser madre, o es natural?

Yo creo que si se busca, es natural. Aquí, como en todo, hay mil teorías. Hay personas que dicen que si apoyas a un hombre no puedes ser feminista. Yo soy feminista pero tengo libertad de a quién quiero amar y puedo elegir amar a un hombre. La agenda feminista ha dejado de lado la maternidad y esto ha dado lugar a todo un movimiento llamado "maternidades feministas" que luchan para que no sea así. La mayor parte de mujeres son madres y se estaban quedando fuera. Y no porque no vean el yugo al que se les está sometiendo dejan de tener derecho a que se luche por ellas. Que se luche por tener unas mejores bajas por maternidad, por ejemplo. La nuestra no es para echar cohetes pero en EEUU es una sola semana, algo demencial. Ese es el tiempo que te dan para recuperarte del proceso del parto, porque tienes que dar la talla como un hombre. Eso no es ser feminista, eso es ser machista y no respetar unos procesos por los que solo pasa una mujer. Tampoco está en las agendas feministas la violencia obstétrica, que es violencia de género, y solo la sufren las mujeres.

Antes has dicho que has traído hijos al mundo para ser libres y excelentes personas. ¿Es importante tener seguridad y fe en tus capacidades si decides ser madre?

Fundamental y difícil de adquirir. Desde el momento en que una mujer se queda embarazada, sufre un bombardeo de preguntas sobre si va a ser capaz de amamantar, parir y criar. Se te pone en tela de juicio con cosas tan tontas como que en las canastillas del hospital te dejan muestras de leche y/o biberones por si acaso no puedes amamantar. En realidad no te están diciendo "por si acaso" sino "no vas a poder". Sería mejor que te regalasen compresas para incontinencia por si no puedes contener la orina, porque hay gente que corta más de lo que toca. Van poco a poco minando la autoestima de la mujer diciendo "tú no puedes", "tú no sabes", "déjanos a nosotros que decidamos por ti". Vas a la ecografía y sientes que lo que dices son tonterías ("¿Eso es el corazón? No, ¡cómo va a ser eso el corazón! Es el estómago."). Hay una infantilización brutal de la mujer, que hace que te sientas pequeña, que sientas que no conoces tu cuerpo, que eres exagerada e histérica. Cuando vas a parir y se te dirige el parto, te están diciendo "no sabes parir", cuando en realidad es un acto fisiológico. El cuerpo pare. Si tu dejas a la mujer en libertad de movimiento, con tranquilidad y con respeto, el parto sucede y sucede bien. Cuando están mirando el reloj porque no has dilatado, metiendo la mano en tu vagina sin consentimiento, con tactos innecesarios, pidiéndote que no grites, que te comportes, resulta imposible tener confianza y fe en tus capacidades.

¿A eso te refieres con "violencia obstétrica"?

Claro, primero se mina la autoestima de la mujer y luego se ejerce esa manipulación y esa violencia (física incluso). Hay maniobras como la de Kristeller, por ejemplo, que consiste en apoyarse en la barriga y presionar para que el bebé salga. Se llegan a romper costillas y está totalmente contraindicada porque puede causar daños cerebrales en el bebé. Eso es muy grave, pero no aparece en las historias clínicas, porque es una práctica totalmente desaconsejada. Las mujeres a las que se lo han hecho deberían denunciarlo pero denunciar es traumático. Y si encima te dicen que si no la hubieran hecho, tu bebé habría muerto, pues aceptas toda esa violencia.

Nuria Gallego

¿La aceptas porque estás en el momento mas vulnerable de tu vida?

Sí, el más vulnerable porque la mujer en un parto tiene un estado de conciencia alterado, en el que la percepción es muy diferente a la que tú y yo tenemos ahora mismo, con nuestro neocórtex activo. Ahí es donde están nuestras herramientas para mediar en un conflicto a nivel social y en el parto el neocórtex se apaga. No tienes armas para defenderte a nivel dialéctico, estás literalmente vulnerable y de eso se aprovechan. Por eso existen los planes de parto, y por eso son tan importantes y tan extensos (más que en la cartilla de maternidad de dos hojas que te dan). Se descargan de la pagina web del ministerio y se entregan en el registro de entrada del hospital. Y no es una hoja ni dos, son bastantes hojas. El problema es que no interesa que la mujer sepa qué derechos tiene y los exija. Lo sé por experiencia.

¿Has vivido la violencia obstétrica en primera persona?

Así es. Especialmente en el primer parto, pues tenía 18 años recién cumplidos y no sabía nada. Estando de 36+5 semanas, con algunas contracciones, me dejaron ingresada y mandaron a mis padres a casa. Tras irse, me trataron de tonta, me dejaron muchas horas sola, a ratos con una matrona que me gritaba cosas como "bien que te lo pasaste para hacer el bebé, ¿no? Pues ahora no grites", aunque yo apenas gritaba. Me rompieron la bolsa sin consentimiento, sin explicarme nada, el bebé tenía caídas cardíacas y no venía nadie. Al final me llevaron al quirófano, me pusieron anestesia general, lo cual es más peligroso, y me hicieron una cesárea.

Mi segundo parto fue también cesárea urgente por una infección, pero en el tercero dije "aquí no me vuelve a rajar nadie" e inicié mi batalla. Mi plan A era parir en casa pero mi plan B estaba perfectamente diseñado con mi plan de parto. Nunca habían asistido a un parto vaginal tras dos cesáreas en mi hospital y pusieron pegas, pero yo les dije "siempre hay una primera vez”. En la batalla nunca perdí la paciencia ni las formas, y siempre fui con una sonrisa. A pesar de que el plan A no funcionó porque me agoté en casa y tuve que acudir al hospital, el plan B se respetó desde que ingresé. La información y la formación me respaldaban y me daban seguridad en lo que quería que se hiciese. Mi tercer hijo nació tras una ardua lucha y sanó mis heridas anteriores.

Y ahora luchas porque esto no le pase a más mujeres.

Exacto, prefiero prevenir la violencia obstétrica que tener que tratarla en mis pacientes. Trato las secuelas, pero si puedo prevenirla, mejor. Yo informo a las mujeres embarazadas, no decido por ellas, pero es muy necesario que sepan que pueden parir de forma libre y consciente, a pesar de las posibles reticencias externas.

¿Cómo ayudas a las embarazadas y a las mamás a través de la danza oriental?

Durante el embarazo, la danza te ayuda primero a conectarte con tu bebé, a ser consciente de que llevas esa vida dentro, a notarla y a percibirla. Percibes mucho más tu pelvis por dentro, así que es un momento propicio para trabajar la propiocepción. La danza oriental facilita mucho el transito en espiral del bebé, que tiene que hacer un camino y que es sujeto activo en el proceso del parto. Mucha gente, por miedo al dolor, se quiere saltar ese paso, pero ese dolor sirve para algo, no lo olvidemos. La danza ayuda a vivir el parto más activamente, como una "coreografía improvisada" (valga la contradicción) entre tu bebé y tú, en conexión total. Es un momentazo, así que ¿por qué perdértelo? ¿Por miedo?

Durante el embarazo también practicamos el "hipnoparto en movimiento", un trabajo mental de apagar la mente, como una meditación con movimientos que propician ese descenso, para que en el parto estés en las mejores condiciones. Has "ensayado", conoces tu cuerpo, tienes confianza en él, en que puedes abrir tu pelvis, porque eres una parte activa, la mujer siempre lo es, y la danza ayuda mucho.

En el posparto la danza oriental te puede volver a conectar a tu bebé, porteándolo, llevándolo cerquita mientras empiezas a practicar el baile, suave y conscientemente. La danza propicia el recuperar tu suelo pélvico, que siempre queda deteriorado de una forma u otra. Y con el porteo puedes hacerlo pegadita a tu bebé, piel con piel. La guinda del pastel.

A pesar de que quedan mil preguntas en el tintero e interesantísimos temas por tratar (la desconexión postparto, el porteo para la independencia física de la mamá, los beneficios de la lactancia prolongada, etc.) el tiempo se acaba y Nuria tiene que seguir atendiendo pacientes. La sensación que me queda como interlocutora es de admiración. Admiración por la valentía de hablar tan claro de temas espinosos. Por demostrar y no solo hablar. Por asegurar a este mundo la presencia de seres excepcionales.


Imagen de Mery San

E
hace 3 años

!Hermosa labor!Hay que educar a la mujer (y al hombre también) desde muy joven para prevenir este y otros tipos de violencia.

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