Manchego de nacimiento y valenciano de adopción desde los 12 años, aúna sus tres pasiones en su día a día: la informática, la política y el arte. Estudió Ingeniería Informática, así que la tecnología le permite plasmar su creatividad artística. A su vez, su arte ésta siempre impregnado de la defensa de sus ideales políticos y sociales. Hijo del primer alcalde democrático de Lagunas de Ruidera (Castilla-La Mancha), fue concejal en el ayuntamiento de Paterna (Valencia) y desde hace poco más de un año, se dedica casi en exclusiva al arte y a sus responsabilidades como Secretario General del PCPV. Su cartel en defensa de la sanidad pública a raíz de la pandemia se ha hecho viral por lo simbólico de su imagen central. Hoy en día trabaja sin descanso para que por fin vea la luz un mural inacabado del artista valenciano Josep Renau, del que es admirador incondicional y del que se considera, en sus propias palabras, "becario".

Cartel de Javier Parra para la prevención de la COVID-19

Aun estando tan sumido en este magnífico proyecto, encuentra tiempo para esta entrevista, halagado por la atención quizás por su costumbre de permanecer en la sombra. Tranquilo, espontáneo y accesible, habla de cualquier tema con conocimiento y libre de pretensiones. Contagiada por su naturalidad, empiezo a preguntarle por su constante: la política.

¿La política siempre ha estado presente en tu vida?

Sin duda. Desde que tengo uso de razón, en mi casa siempre se ha hablado de política. Mi padre fue el primer alcalde democrático de nuestro pueblo durante 8 años. Mis abuelos tuvieron implicación política porque se fueron voluntarios a la guerra civil, estuvieron en el 5º regimiento y pasaron 4 años en un campo de concentración. Y yo, cuando acabé la carrera, estuve 10 años en Madrid trabajando y militando en el Partido Comunista activamente, y continué haciéndolo a mi vuelta a Valencia. Todas las semanas había mucho trabajo elaborando documentos, pasquines o carteles. En 2006 vi la necesidad de crear el primer periódico republicano, y prácticamente sin ayuda y de la mano de algunos compañeros, creé LAREPÚBLICA.ES. Yo no era periodista, pero el medio tenía unos 30.000 visitantes al día y se convirtió en una referencia para mucha gente, así que salió bastante bien.

Al volverme a Valencia, mi vinculación a la política fue aún más directa pues, casi contra mi voluntad, me presentaron a concejal.

¿Casi contra tu voluntad?

Sí, porque la política institucional nunca me había gustado (ni me gusta), pero estuve 8 años en el Ayuntamiento de Paterna, y lo cierto es que esos años me enseñaron mucho. Aprendí en el ámbito cultural, social y económico. Aprendí cómo funcionan las cosas por dentro de la institución, cómo se mueve y cómo piensa la sociedad cuando tiene la necesidad de acudir en primera instancia al ayuntamiento porque tiene un problema. Y afortunadamente pude sacar adelante muchas cosas interesantes, aun en la oposición. Ahora he redirigido mi carrera y todo lo bueno que salió de aquello, más mis años como ingeniero informático, me han conducido a ser quien soy en este momento.

Entonces, ¿se puede decir que tu implicación política impregna tu arte?

Por supuesto. En los últimos años he visto una carencia muy importante en todos los partidos políticos (aunque a mí me preocupa el mío, evidentemente) y es la poca importancia que se le ha dado a la cultura y al arte, siendo que tienen el poder de transformar las sociedades y cambiar las conciencias.

Puedes dar un mitin, escribir un discurso, impartir una charla y tendrás un público determinado, pero a través de una obra de arte, ya sea un cuadro, una ilustración, una canción, una película o un libro, tú puedes difundir masivamente una serie de ideas que, políticamente, defiendes de otra manera. Frente a los valores de la guerra, el individualismo o la competitividad, la cultura puede ayudar a difundir los valores de la solidaridad y de lo colectivo por encima de lo individual, por ejemplo.

Siempre pensé que ese papel de la cultura estaba siendo desaprovechado e infravalorado por el ámbito político. De hecho creo que sigue siendo así hoy en día. Fue como cuando monté el primer periódico republicano porque nadie lo hacía, me dije "Javi, tienes que dedicarte a esto para que, lo que puedas hacer de positivo, sirva para darle una visión política al arte y una visión artística a la política".

En todo lo que hago, ya sean ilustraciones, murales o carteles, intento recoger, condensar y representar mi inquietud y experiencia política y social. A su vez, espero que dentro de 10 años pueda incorporar todo lo que estoy aprendiendo ahora a lo que esté haciendo entonces.

¿Plasmar tus ideas políticas tan abiertamente de izquierdas te ha abierto puertas o te las ha cerrado?

Alguna cosa me han encargado gente que no comulga mucho con mis ideas, alguna portada, alguna ilustración, pero en general te cierra más puertas que te abre el declarar tan abiertamente las ideas políticas. Sobre todo si digo que soy comunista en un país que no es comunista (por mucho que digan, estamos en un país capitalista como todos los países de nuestro entorno). Yo soy consciente de eso, pero también intentaré sobrevivir, hacer cosas sin que las puertas que se cierren me impidan seguir adelante. Otras se abrirán, seguro. Además yo no hago cosas exclusivamente desde una óptica comunista, sino más bien intento impregnarle una óptica social. Hay causas justas (como el apoyo al personal sanitario, o el mensaje de quedarse en casa durante la pandemia) que en determinado momento las sociedades defienden, sean cuales sean sus ideas políticas, y es justo representarlas. Yo voy a defender al trabajador o al sanitario, vote lo que vote cada 4 años.

Has dicho que te hacen encargos, ¿crees que se puede vivir solo del arte?

Actualmente es casi imposible. En este país hay unos talentos impresionantes, pintores, ilustradores, que al final dejan de hacerlo porque no se les reconoce su valía y no les da para comer. El arte y la cultura están muy maltratados en este país.

¿Esa era una de tus motivaciones para entrar en política institucional?

Sí. Siempre pedí, intenté (sin demasiado éxito), que los partidos o las instituciones se tomaran en serio el papel de la cultura, que vertebra una sociedad. Muchas veces hemos visto cómo los partidos políticos han buscado actores o cantantes para que les firmen manifiestos o salgan en algún mitin, pero en general se han preocupado muy poco por las condiciones reales de los propios artistas o creadores. No promueven que se organicen, que tengan voz y protagonismo. En las pocas ocasiones en que lo han tenido, han dicho cosas muy bonitas; ese "No a la guerra" que encabezaron los artistas en 2003 fue histórico. Como lo fue el esfuerzo de los intelectuales, en los años 20 y 30, para traer la república, con ese ansia de cultura que tenía el pueblo.

Lo que también es verdad es que al poder en general le da miedo la cultura, porque un artista comprometido raramente se va a dejar controlar. Y que esa falta de control se considere un peligro, para mí, es un error. El arte tiene que tener voz y, desde mi punto de vista ideológico, es algo que se tuvo muy claro hace 50, 60, 70 años. Por eso también los principales intelectuales y artistas del siglo XX militaban o simpatizaban con el comunismo. Luego, en los años 60 empezó a cambiar esa visión, las organizaciones de izquierdas empezaron a quitarle importancia al papel de la cultura y ahí fue cuando se empezó a perder la batalla. El capitalismo consiguió meter en las cabezas de millones de personas esos valores de la competitividad, la guerra, el individualismo y la pasividad, a través de películas, videojuegos, revistas, libros, dibujos. Eso fue una batalla cultural y el capitalismo la ganó. Veremos si gana también la del siglo XXI.

Javier Parra trabajando sobre el mural

¿Esa fue una de las grandes luchas de Josep Renau? (Javier conoce bien al artista valenciano, pues fue tema central de su trabajo de final de máster y trabaja actualmente en un mural suyo.)

Para él la cultura siempre ha jugado un papel muy importante, la organización de las fuerzas de la cultura, la cultura como un vehículo de entendimiento y de pegamento. Siempre creyó que, en base a la creación cultural y al arte, es posible poner de acuerdo a gente que ideológicamente no tiene porqué pensar igual. En los años 30 creó la revista Nueva Cultura, que se editaba en Valencia, antes incluso de que estallara la guerra. Era el espacio de expresión de toda la gente del mundo de la cultura del momento, que se sentía antifascista, fuera comunista, socialista, anarquista o sencillamente republicana. Esa publicación sirvió para la organización del segundo congreso de intelectuales en defensa de la cultura que se realizó en varios lugares.

Renau jugó un papel importantísimo en la salvación del patrimonio artístico nacional al principio de la Guerra Civil. En sus últimos años dijo que era de lo que más orgulloso se sentía en su vida, porque al final se había salvado el arte de todos, independientemente de las ideas políticas de cada uno. Esas acciones en pos de preservar del daño de la guerra aquellas obras de arte sirvieron como ejemplo para que se salvaran también decenas de miles de ellas durante la II Guerra Mundial.

Cuéntame la historia del mural de Renau que estás retomando.

En 1969 Richard Paulick, arquitecto de la RDA, encarga a Renau un mural para colocarlo en la entrada de un centro de exposiciones de un complejo académico que se iba a construir en Berlín. Las únicas indicaciones que le dan, además del lugar donde estará, son que tenga que ver con la ciencia y la tecnología, así que Renau y su equipo se ponen a diseñar inmediatamente. Unos meses más tarde le comunican que se cancela el proyecto. Las razones que le dan son que Renau había diseñado una única figura humana y esperaban que hiciera muchas figuras y que así no representaba al socialismo. El mural muestra un trabajador con un compás en la mano derecha y una palanca en la mano izquierda, representando a la clase obrera planificando la economía - compas - y que manejándola - palanca -.

Supongo que lo que pasó realmente fue que hubo un cambio de paradigma en aquellos momentos. La iconografía de la propia realidad pasó más a un socialismo de consumo, por el cambio en la dirección del país. Además, también hubo celos por parte de los muralistas alemanes, que impidieron que se hiciera el proyecto.

¿Fuiste tú quien decidió terminar el mural o es un encargo?

Es iniciativa mía totalmente. Estuve más de un año estudiando este mural, el proceso de trabajo de Josep Renau. Me quedé absolutamente maravillado cuando vi que él construía maquetas a escala, de unos 4 o 5 metros de largo, para hacer los estudios ópticos con la cámara de fotos. Así veía lo que vería el espectador desde distintos ángulos (cosas que ahora se harían con realidad virtual). Su método de trabajo era impresionante desde los bocetos. Renau y su equipo tenían todo preparado, está todo documentado. Eran 15 tableros de 1,5 metros x 40, de fibra. Incluso habían hecho el dibujo y decidido los colores, para luego pasarlo a los tableros y ponerse a pintar, pero ahí se paro todo. Digamos que yo empiezo justo donde ellos lo dejaron. Me parece increíble que en 51 años, nadie haya cogido toda esa detalladísima documentación y haya hecho este trabajo.

El problema ahora es encontrar dónde mostrarlo, y sería de justicia que fuera en Valencia y que fuera un espacio público. Tanto la Fundación Renau como el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) están informados del proyecto, y hasta han visitado el estudio para verlo, pero la dificultad es el tamaño. Mide 7 metros de alto y 4,5 de ancho y la visión óptica óptima es desde unos 10 metros, así que necesitamos un vestíbulo de grandes dimensiones. Sé que en otras ciudades y en otros países podría tener un hueco, pero lo suyo es que se quede aquí y a ser posible en un lugar donde haya estudiantes y trabajadores. Un lugar parecido a donde iba a estar en un principio (un centro académico) y donde se valore lo que significó para Renau.

Josep Renau trabajando en el taller

¿Por qué el legado de Renau está en un archivo?

Yo creo que hay razones de índole político, por desgracia. Yo pude acceder a ello por ser investigador y me parece una verdadera joya. De todo ese material podrían salir un montón de exposiciones, cursos y publicaciones de todo tipo (de hecho llegó a decir que había escrito más que había pintado). Es tarea pendiente de las instituciones correspondientes que haya un sitio permanente donde se pueda apreciar y aprender su obra. La obsesión de Renau era que todo lo que él había aprendido, se trasladara a los creadores jóvenes, que no se perdiera.

Por razones políticas no interesa que se conozca más la figura de Renau. Y no es cosa de la Fundación o del IVAM. Lo que creo que las instituciones españolas y valencianas desde hace 40 años, son las que tenían que haber hecho esos deberes. Me parece muy injusto por todo lo que él dio y todo lo que hizo por este país. Verás, las obras de otros artistas se pueden interpretar, se pueden discutir, pero ninguna obra de Renau es interpretable. Es arte político totalmente identificable e imposible de manipular. Nadie puede reivindicar como suya una obra de Josep Renau para apuntarse un tanto político, si no comparte sus ideas.

Me parece un error tener su material en un archivo pues su legado es más que material. Los jóvenes creadores deberían conocer su método de trabajo, cómo afrontaba los procesos, como veía el arte y como veía el cartelismo y el muralismo. Yo, de momento, seguiré investigando en el archivo e intentando hacer pública su figura lo más posible. Imagina lo que se podría hacer con su metodología y las nuevas tecnologías.

¿El taller donde trabajas, Art-Ull, es el que Renau ideó?

Le he dado el mismo nombre que el que él hubiera querido montar antes de su muerte, aunque nunca llegara a hacerlo. Quería que fuese un taller multidisciplinar en el que participasen artistas de ámbitos distintos y que sirviera para dar a conocer su método de trabajo a todo tipo de creadores. Intento mantener vivo ese espíritu. Renau decía que el arte individual había muerto, que todas las creaciones culturales son obras de equipo (películas, música, publicaciones, murales). Él mismo trabajaba en equipo, cobrando lo mismo que los demás. De hecho, cuando fueron a pintar a un sindicato de electricistas preguntó cuánto cobraba un electricista, y dijo: "pues eso vamos a cobrar nosotros".

Si tuvieras delante a Josep Renau ¿qué le preguntarías?

Más que preguntarle, le dejaría hablar sobre el papel que hoy en día debería tener la cultura para enfrentar el auge del fascismo. Echo en falta voces que realmente den la importancia que merece el papel que tiene la cultura para frenar el auge de la extrema derecha, del discurso racista de Trump, de la homofobia y el odio. Echo en falta esos mensajes dirigidos a unir a la gente, a calmar, a pensar con perspectiva. Creo que estamos saturados de mensajes políticos que tienen la vista más puesta en las próximas elecciones que en las futuras generaciones.

¿Estaría decepcionado o se lo esperaba?

Posiblemente habría estado decepcionado a finales del siglo XX, con la caída del campo socialista, pero en este principio del XXI están pasando cosas muy interesantes que le darían esperanza. También creo que no pararía de trabajar, de pensar y de planear.

Absorta como estoy escuchándole, con mil conceptos dándome vueltas en la cabeza, el reloj me dice que la entrevista tiene que acabar. Ha sido como una charla entre amigos a pesar de no conocernos previamente. Aún así, he de confesar que, dada la crispación actual, antes de la entrevista temía que el tema de la política iba a tener que tocarlo "con pinzas". Ha sido un alivio y un deleite descubrir lo abierto que es, que no se oculta, que cree en lo que hace y que habla con total naturalidad (y con orgullo) sobre sus ideales políticos y sus aspiraciones sociales. Ese orgullo le viene, profundo, de lejos. De su padre. De sus abuelos. Tal vez también de Renau.


Conoce la obra de Javier Parra http://art-ull.es 

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