Este 2021 es el año que todos hemos esperado desde aquel diciembre que nadie podrá olvidar.
Esperamos que realmente suceda el cambio que todos esperamos, y que al iniciar el año, se nos permita cargarnos de oportunidades para todos.
Necesitamos ese apoyo para mejorar cualquier debilidad que como familia no hemos logrado arreglar.
Mucho ha sido el tiempo que hemos perdido y es hora de mejorarlo, hablar más, teclear menos y disfrutar de nuestros seres queridos en su máxima presencia y despedir este año.
El mundo se ha adaptado y con él también nosotros. Nos hemos convertido en una nueva generación de ermitaños con cualquier idea de supervivencia.
Ya se nos ha dicho qué debemos hacer, así que el que desee tentar a la muerte, que abra la puerta y salga.
Somos personas de un nuevo mundo a punto de experimentar su propia extinción y sabemos cómo salir de ella.
Son días buenos que sacan lo peor de la humanidad pero no es la primera vez que esto sucede, ni la primera que intentamos ser malos.
Es por ese motivo que depositamos la confianza en esta vida, en esta que no podrá destruirnos antes que nosotros mismos lo hagamos.
Hemos prevenido desastres más complicados y nadie se ha enterado. Es un año del que no cualquier mundo sobrevive para contarlo. Seguimos siendo leyenda y sobrevivientes ante todo. Sin otros, pero aquí seguimos.
Teníamos costumbres que hemos mejorado, habilidades que dejamos con el 2020 por el bien de todos, acatamos todo lo que se nos pidió y ahora, nos toca a nosotros alzar la voz.
Ya escuchamos y se nos advirtió de todo lo que podría suceder pero es tiempo de seguir.
Este año la nueva modalidad para todos será, “seguir”. No queremos volver atrás porque ya es pasado, reinventamos nuevas estrategias para no solo seguir trabajando, socializar o alimentarnos.
Encontramos la forma de interiorizarnos al punto de ver el exterior como un verdadero peligro y no está mal, también nos hacia falta un poco de hogar.
Siempre jugamos en ser una de las mejores potencias en todo el mundo y la verdad, es que solo somos un gatillo, un seguro, un detonante en esta mina de bombas.
Este año se convertirá en la secuela de un apocalipsis bien planeado, una extinción no tan masiva a la que le adaptamos una selección inteligente, para que al menos no fuera tan evidente la palabra “natural”.
Reconstruimos un mundo verde que gritaba atención pero que nadie escuchaba. Cada rincón de ese exterior gastado descansa de nuestro trato, de lo que solo sabemos hacer.
Este año estoy seguro que no buscaremos mejorar los errores que no calculamos. Volveremos a crear peores cosas para seguirnos probando hasta donde podemos llegar.
Este mundo sabe de lo que somos capaces. Para “remediar” después las cosas sin pensar en los demás es algo que simplemente se nos da muy bien. Todos estamos preparados para lo que se aproxima, pero no estoy seguro si el mundo lo está.
Esta va ser otra oportunidad de las que vamos a desaprovechar como siempre, y aunque esta vez seamos menos, sabemos cómo volver a duplicarnos.
Ha sido un aprendizaje muy largo del que hemos aprendido a cuidarnos, un tiempo en el que reconocemos quienes son capaces de ofrecer una mano amiga.
Un tiempo que nos sirvió de mucho para evaluar propuestas de trabajos más factibles, con la tolerancia que no vemos en otros.
Nos hemos vuelto expertos en actividades que antes siquiera intentábamos realizar, preparar comida en casa, divertirnos con nuestros pequeños, llamar a nuestros familiares y, aunque suene algo fuera de lo normal, implementamos otras nuevas a la lista diaria que antes no teníamos como ver películas con todos.
Nos obligaron a ser sensatos, responsables y muy cuidadosos con nuestra propia protección y aseo personal. Ya no nos aglomeramos como era de costumbre porque ahora, no lo vemos sano. Acudimos a sitios únicamente por necesidad y eso de realizar fiestas o reuniones entre amigos pasó a un segundo plano. Ahora todo es virtual, por fin llegó ese año en el que todo se puede hacer desde casa.
La mayoría ha encontrado raro y les causa cierto aburrimiento el no poder estar cerca de otros, el no poder salir a caminar cuando les plazca y tomarse un café cualquier día de la semana o luego del trabajo, por ejemplo. Todo ahora es más sencillo, aunque no todos lo vean así.
Este año aunque no lo sepamos aún, debe ser diferente, porque merecemos aprender de los errores. Necesitamos un año distinto, uno donde podamos aprender a vivir, donde nos quedemos con la idea de cuidarnos y cuidar a los demás. Uno donde se nos vuelvan a brindar las oportunidades y darles una a los que nunca la tuvieron. Un año donde el perdón no sea obligado y que podamos reconocer verdaderamente a las personas en situación de riesgo. Que este año 2021 no solo se convierta en cifras, que en vez de restar se sume, se sume consciencia, empatía, honestidad, humildad y saber agradecer.
Que esta nueva oportunidad para los que nos quedamos, esté cargada de buenas acciones que se pueden reflejar en lo que hacemos.
Actuemos sin buscar algo a cambio y encontremos la calma entre tanto.
Un año en el que debemos reversar las acciones erróneas que nos perjudicaron. Cambiemos el mundo para el bien de todos sin excluir a nadie. Valoremos lo poco que nos ha quedado y disfrutemos de ese espacio del que por ahora no podremos salir.
Hoy termina una pesadilla que esperemos no volver a soñar. Despertemos de una vez por todas y concentrémonos en ofrecer lo mejor.
No nos apresuremos, vayamos poco a poco a reconstruir lo que teníamos.
Pensemos en los que se fueron, en lo que todavía tenemos.
Consigamos un momento e imaginemos lo que este año podría ofrecernos, y no lo olvidemos. Que se convierta en nuestro nuevo “había una vez” del que esperamos que no termine como este.
Cerremos esta mala película con fatídicos escenarios e intentemos pensar que aunque somos humanos también nos merecemos volver a empezar.
Que comience este año cargado de bendiciones y salud para todos, mucha consciencia y humanidad que siempre hará falta. No perdamos el foco ni la dirección en el progreso y permitámonos una nueva oportunidad que nos haga reivindicarnos.
Este 2021 es el año que todos hemos esperado desde aquel diciembre que nadie podrá olvidar.
Esperamos que realmente suceda el cambio que todos esperamos, y que al iniciar el año, se nos permita cargarnos de oportunidades para todos.
Necesitamos ese apoyo para mejorar cualquier debilidad que como familia no hemos logrado arreglar.
Mucho ha sido el tiempo que hemos perdido y es hora de mejorarlo, hablar más, teclear menos y disfrutar de nuestros seres queridos en su máxima presencia y despedir este año.
El mundo se ha adaptado y con él también nosotros. Nos hemos convertido en una nueva generación de ermitaños con cualquier idea de supervivencia.
Ya se nos ha dicho qué debemos hacer, así que el que desee tentar a la muerte, que abra la puerta y salga.
Somos personas de un nuevo mundo a punto de experimentar su propia extinción y sabemos cómo salir de ella.
Son días buenos que sacan lo peor de la humanidad pero no es la primera vez que esto sucede, ni la primera que intentamos ser malos.
Es por ese motivo que depositamos la confianza en esta vida, en esta que no podrá destruirnos antes que nosotros mismos lo hagamos.
Hemos prevenido desastres más complicados y nadie se ha enterado. Es un año del que no cualquier mundo sobrevive para contarlo. Seguimos siendo leyenda y sobrevivientes ante todo. Sin otros, pero aquí seguimos.
Teníamos costumbres que hemos mejorado, habilidades que dejamos con el 2020 por el bien de todos, acatamos todo lo que se nos pidió y ahora, nos toca a nosotros alzar la voz.
Ya escuchamos y se nos advirtió de todo lo que podría suceder pero es tiempo de seguir.
Este año la nueva modalidad para todos será, “seguir”. No queremos volver atrás porque ya es pasado, reinventamos nuevas estrategias para no solo seguir trabajando, socializar o alimentarnos.
Encontramos la forma de interiorizarnos al punto de ver el exterior como un verdadero peligro y no está mal, también nos hacia falta un poco de hogar.
Siempre jugamos en ser una de las mejores potencias en todo el mundo y la verdad, es que solo somos un gatillo, un seguro, un detonante en esta mina de bombas.
Este año se convertirá en la secuela de un apocalipsis bien planeado, una extinción no tan masiva a la que le adaptamos una selección inteligente, para que al menos no fuera tan evidente la palabra “natural”.
Reconstruimos un mundo verde que gritaba atención pero que nadie escuchaba. Cada rincón de ese exterior gastado descansa de nuestro trato, de lo que solo sabemos hacer.
Este año estoy seguro que no buscaremos mejorar los errores que no calculamos. Volveremos a crear peores cosas para seguirnos probando hasta donde podemos llegar.
Este mundo sabe de lo que somos capaces. Para “remediar” después las cosas sin pensar en los demás es algo que simplemente se nos da muy bien. Todos estamos preparados para lo que se aproxima, pero no estoy seguro si el mundo lo está.
Esta va ser otra oportunidad de las que vamos a desaprovechar como siempre, y aunque esta vez seamos menos, sabemos cómo volver a duplicarnos.
Ha sido un aprendizaje muy largo del que hemos aprendido a cuidarnos, un tiempo en el que reconocemos quienes son capaces de ofrecer una mano amiga.
Un tiempo que nos sirvió de mucho para evaluar propuestas de trabajos más factibles, con la tolerancia que no vemos en otros.
Nos hemos vuelto expertos en actividades que antes siquiera intentábamos realizar, preparar comida en casa, divertirnos con nuestros pequeños, llamar a nuestros familiares y, aunque suene algo fuera de lo normal, implementamos otras nuevas a la lista diaria que antes no teníamos como ver películas con todos.
Nos obligaron a ser sensatos, responsables y muy cuidadosos con nuestra propia protección y aseo personal. Ya no nos aglomeramos como era de costumbre porque ahora, no lo vemos sano. Acudimos a sitios únicamente por necesidad y eso de realizar fiestas o reuniones entre amigos pasó a un segundo plano. Ahora todo es virtual, por fin llegó ese año en el que todo se puede hacer desde casa.
La mayoría ha encontrado raro y les causa cierto aburrimiento el no poder estar cerca de otros, el no poder salir a caminar cuando les plazca y tomarse un café cualquier día de la semana o luego del trabajo, por ejemplo. Todo ahora es más sencillo, aunque no todos lo vean así.
Este año aunque no lo sepamos aún, debe ser diferente, porque merecemos aprender de los errores. Necesitamos un año distinto, uno donde podamos aprender a vivir, donde nos quedemos con la idea de cuidarnos y cuidar a los demás. Uno donde se nos vuelvan a brindar las oportunidades y darles una a los que nunca la tuvieron. Un año donde el perdón no sea obligado y que podamos reconocer verdaderamente a las personas en situación de riesgo. Que este año 2021 no solo se convierta en cifras, que en vez de restar se sume, se sume consciencia, empatía, honestidad, humildad y saber agradecer.
Que esta nueva oportunidad para los que nos quedamos, esté cargada de buenas acciones que se pueden reflejar en lo que hacemos.
Actuemos sin buscar algo a cambio y encontremos la calma entre tanto.
Un año en el que debemos reversar las acciones erróneas que nos perjudicaron. Cambiemos el mundo para el bien de todos sin excluir a nadie. Valoremos lo poco que nos ha quedado y disfrutemos de ese espacio del que por ahora no podremos salir.
Hoy termina una pesadilla que esperemos no volver a soñar. Despertemos de una vez por todas y concentrémonos en ofrecer lo mejor.
No nos apresuremos, vayamos poco a poco a reconstruir lo que teníamos.
Pensemos en los que se fueron, en lo que todavía tenemos.
Consigamos un momento e imaginemos lo que este año podría ofrecernos, y no lo olvidemos. Que se convierta en nuestro nuevo “había una vez” del que esperamos que no termine como este.
Cerremos esta mala película con fatídicos escenarios e intentemos pensar que aunque somos humanos también nos merecemos volver a empezar.
Que comience este año cargado de bendiciones y salud para todos, mucha consciencia y humanidad que siempre hará falta. No perdamos el foco ni la dirección en el progreso y permitámonos una nueva oportunidad que nos haga reivindicarnos.
Por este bendito último año, ¡salud!.
Imagen de Stefano Pollio