Durante los últimos años hemos visto un auge de los partidos de extrema derecha a nivel global.

Las ideas que escampan el odio y la supremacía cada vez cuentan con un mayor número de votantes, responsables de las injusticias y atrocidades que estos “líderes” de ideologías fascistas quieren aplicar.

Ninguno de estos partidos reconocen abiertamente su postura neo-fascista, pero es cierto que empatizan con muchas de sus ideas.

¿Qué es el fascismo?

El fascismo es un conjunto de ideologías que nacen en la Italia posterior a la Primera Guerra Mundial, a manos de Mussolini, y que normalmente son ubicadas en la extrema derecha política.

El fascismo se asienta en las bases de un régimen totalitario y autoritario, por eso muchos grupos de alineación fascista pretenden una reducción de las libertades democráticas y de los miembros de los congresos.

Éste continúa con un carácter fuertemente nacionalista: primeramente, dichos líderes fascistas quieren hacer creer a la población que su país o nación es el que posee más cualidades comparado con otros países del mundo, y que, ante todo, los ciudadanos deben respetar, amar y proteger “su tierra” pase lo que pase.

Este ultranacionalismo fascista se defiende con el odio. El odio a quienes no han nacido en aquella nación, o a quienes no tienen los rasgos comunes de ese territorio, en otras palabras, racismo y xenofobia. Este racismo se traduce en supremacía, la creencia que un grupo de la población es superior en todos los ámbitos a los demás, y que, por tanto, merece más derechos y ciertos privilegios.

El ejemplo más claro es el holocausto durante la Segunda Guerra Mundial, que causó entre 10 y 20 millones de asesinados entre judíos, gitanos…

¿Cómo nace este nacionalismo?

Los grupos fascistas hacen creer a la población mediante la propaganda y el enaltecimiento de un pasado glorioso.

Los grupos fascistas pretenden volver a las características y al modus vivendi del pasado, y a veces es necesario ensalzar hazañas que el país en cuestión hizo en el pasado, aunque sea totalmente mentira.

Este mensaje cala en la población más reacia al cambio, entre aquellos conservadores, pero lo frustrante es que gente de clase trabajadora, parte de la población que sus familiares hayan sido víctimas del fascismo, se decanten al voto de ultraderecha por las mentiras que estos dicen.

Los fascistas son anti-intelectuales, negacionistas, y sostienen argumentos científicamente falsos para sustentar su odio.

Es aquí cuando tópicos ya hablados como el racismo, el conservadurismo, la mitificación del pasado y el ultranacionalismo se vuelven, para ellos, razones científicas y con evidencia, aunque no tengan prueba alguna y no se sostengan.

¿Cómo llaman la atención para ampliar la base?

A través del populismo hacen creer a los ciudadanos que son los salvadores del pueblo, que el odio es libertad, que los “malos” quieren quitarles los derechos y que es necesario volver a las tradiciones del pasado glorioso para la nación.

Para eso, ellos creen que hace falta un régimen totalitario que acabe con todo tipo de libertades y se enmascare con dicha libertad, y aquí es donde se mezclan todas estas ideas y nace el fascismo.

Los rivales del fascismo son los que realmente buscan la libertad, la igualdad y el equilibrio: comunistas, anarquistas, feministas, ecologistas…

El principal foco de odio del fascista de hoy en día es el/la comunista que quiere nacionalizar las empresas y acabar con la opresión sistematizada, el/la feminista que quiere poner fin al heteropatriarcado y quiere acabar con las ideas machistas que crecen como la espuma, el/la activista de los derechos de las minorías y quienes quieren acabar con el racismo y con un sistema capitalista opresor…

Por eso hay que poner fin al fascismo, hay que poner fin al odio y a sus ideologías que lo predican, no debemos dejar que la tormenta nos arrastre, ¡debemos aprender a decir basta! “Al fascismo no se le discute, se le combate”.


Romero, Rachael, 1953-, designer Wilfred Owen Brigade

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