Hace mucho frío, pero afortunadamente el viento está en calma mientras me encamino -con mis grandes botas- entre la nieve hacia mi destino. En días pasados, en los alrededores del Polo Norte, según investigué, hubo tormentas de nieve y temperaturas muy bajas. Supongo que es lo usual en estas fechas.

Esta entrevista la había planeado y pospuesto por muchos años, creo que desde mi infancia. Se me ocurrió hacerla en estos tiempos de pandemia porque no podía aplazarla más. En fin, cada acontecimiento tiene su momento y creo que hoy es el día en que cumpliré ese sueño infantil.

Después de algún tiempo de avanzar caminando –tiempo que pasó muy rápido por lo metido que yo estaba en mis propios pensamientos-, veo a mediana distancia una construcción que parece ser su casa, o su taller, o algo parecido. Él seguramente me espera; amablemente contestó mis comunicados y fijamos la fecha y la hora muy formalmente. Me apuro un poco para no llegar fuera de tiempo, dándole de esa forma una mala primera impresión. No me gustaría empezar mal.

Ya cerca de llegar, me percato de que es una casa de piedra y madera muy iluminada, bastante amplia y de un estilo muy tradicional, pero con una gran construcción anexa que pareciera ser un taller o bodega, además de algunas caballerizas o algo por el estilo. Por supuesto que la casa tiene una gran y humeante chimenea, tal como yo lo esperaría.

Antes de tocar a la puerta me coloco bien el cubrebocas y la careta de acrílico transparente, como creo que es lo correcto en esta época. Me abre la pesada puerta un joven delgado, sonriente y de vestimenta colorida. Tras saludarme y darme la bienvenida, me pide amablemente mi abrigo y me pasa a la gran sala, donde me pide esperar unos segundos, haciéndome saber que mi anfitrión me esperaba y que estaba por acudir a atenderme. Supongo que no hubo necesidad de que me tomara la temperatura, siendo que mi cuerpo estaba evidentemente muy frío.

Ya en la sala, adornada y acondicionada por esa gran chimenea de piedra, poco a poco voy recobrando mi temperatura. Me despojo del cubrebocas, pero no de la careta. Noto la sobriedad y el buen gusto de la sencilla pero muy agradable decoración. Todo en el ambiente pareciera dar la bienvenida al visitante. Me empiezo a sentir como en casa.

Pocos, muy pocos minutos después, llega él, es inconfundible. Nunca voy a olvidar este momento ni su aspecto tan positivamente impactante. Es un hombre alto y robusto, pero no gordo; tiene pelo crecido y barba entrecanos, no completamente blancos; su rostro es muy expresivo, como listo para esbozar una sonrisa amplia y franca, pero me sorprendió que no apareciera riendo y carcajeándose como un tonto. En cuanto a su vestimenta, su camisa es de franela a cuadros en colores rojos, grises y negros, y trae pantalones de mezclilla gris, de corte muy relajado, que cubren sus botas negras. Trae un cinto grueso, pero no demasiado, ni con una gran hebilla cuadrada, sino con una más discreta. Ah, y por supuesto trae una careta de acrílico transparente como la mía, de acuerdo a la época que vivimos. En resumen, no es como esa caricatura que de él se conoce, sino que definitivamente es un hombre de carne y hueso con una gran personalidad y un estilo muy propio y difícil de describir.

Nos saludamos sonriéndonos y chocando los codos. Él me llama por mi nombre y yo lo llamo Santa, tuteándonos como si siempre nos hubiéramos conocido. Pensándolo bien, tal vez siempre nos hemos conocido. Nos sentamos, sin quitarnos las caretas, en cómodos sillones al lado del fuego de la chimenea, pero con muy prudente distancia entre ambos.

Una señora muy atenta y de pelo igualmente entrecano, sale de una puerta contigua con una gran sonrisa y una charola. En la charola, chocolate caliente y galletas. Solo saluda muy amable y cálidamente y tras colocar sobre una mesa la charola, se retira dejándonos solos. El chocolate estaba riquísimo y las galletas más; sabían igual que unas que mi madre hacía.

No hay realmente necesidad de romper el hielo, pero después de algunos momentos de amena plática sobre temas personales, sobre el clima y otras notas actuales -lo que me permite darme cuenta de lo bien enterado que está acerca del pulso del mundo-, acordamos iniciar la entrevista propiamente dicha.

- Gracias, Santa, por haberme concedido esta entrevista. Es un verdadero honor.

- Es un honor para mí también. La verdad es que no recuerdo la última entrevista que di, pero aunque no me gusta mucho la exposición directa ante la gente, me parece muy interesante poder comunicarme en primera persona con quien pudiera interesarse en lo que pienso.

- Empezaré preguntándote quién eres, cuál es tu historia, cómo te describes tú mismo.

- Todo empezó hace siglos en Turquía, con un obispo de nombre Nicolás. Yo he tomado su actitud de entrega y de amor, y se me ha dado el don especial de vivir a través del tiempo con esta misión de regalar sobre todo alegrías y un mensaje de paz y de esperanza. Soy un hombre feliz de hacer su trabajo, de haber encontrado su misión y de hacer lo posible por cumplirla.

- Tu casa, tu presencia, todo lo que conozco de ti y todo lo que te rodea me habla de magia. ¿Es así? ¿Hay realmente magia en Santa Claus o son ilusiones nuestras?

- Hay que distinguir entre los trucos o la prestidigitación, que se refieren a ilusiones ópticas, y la magia. Ambas existen, pero los primeros se refieren al talento de esconder la realidad ante tus ojos para presentarte un espejismo, mientras que la otra, la magia, existe en el plano del corazón, de los sentimientos, de tantas cosas intangibles. Definitivamente hay mucho de magia en lo que hago y en lo que soy, y mucho también de substancia material y tangible. Todo esto empezó con amor y trabajo arduo, y se fue transformando en magia a través de los años y hasta de los siglos. Pero todo esto, la realidad y la magia, son conceptos; más que entenderlos, lo importante es vivirlos.

- En cuanto a aspectos muy tangibles, me gustaría saber lo que piensas de este año tan atípico y cómo la situación actual va a modificar tu trabajo esta Navidad.

- Este año, como lo mencionas, ha sido muy especial para todos; especialmente doloroso para quienes han perdido a un ser querido o disminuido su calidad de vida. Este año entonces, como nunca, yo creo que es importante tomar en serio el significado de la Navidad, acercarnos y fraternizar más. No me refiero a una cercanía física, que no es aconsejable, sino a una cercanía de sentimientos, de expectativas, de metas. Hay que reflexionar sobre hacia dónde queremos ir como hermanos, ver hacia un mismo horizonte y empujar juntos hacia un mismo objetivo. Es una Navidad diferente y tenemos que modificar también nuestras rutinas de cada año.

- Dame un ejemplo, ¿qué rutinas modificarás tú?

- Saldré, como otras Noche Buenas, y me haré presente en muchos hogares llevando alegrías, principalmente a los niños; pero son otros tiempos y todos debemos hacer uso de las tecnologías que nos hacen más fácil la vida. En esta ocasión, por tanto, también muchos de mis regalos llegarán por paquetería, tal vez con unos días de anticipación, aunque desearía que sin retrasos.

- Por cierto, tradicionalmente ha sido del dominio popular que tienes tu propio taller de juguetes y regalos, en donde muchos de tus trabajadores, inquietos y afanosos elfos, trabajan todo el año bajo tu supervisión, ¿es así todavía?

- Como te decía, las nuevas tecnologías nos facilitan la vida en muchos aspectos y nos permiten ser más eficientes en cuestiones de productividad. A través de los años, la producción en gran parte se ha ido delegando a otras personas y fábricas y es posible adquirir regalos, juguetes y otros caprichos en tiendas, jugueterías, almacenes, y hasta por Internet en portales de comercio electrónico, para luego entregarlos en la noche especial, en la Noche Buena.

- Tengo una pregunta que por mucho tiempo me ha entristecido. Sin ser esto un reclamo: ¿Por qué no todos los niños en el mundo reciben un regalo? ¿Por qué en los lugares más pobres no hay una Navidad feliz, con paz, alegrías y esperanza?

- Tal vez te sea difícil de entender, pero a mí también me entristece y estoy imposibilitado para hacer mi labor en algunos hogares o con algunos niños. No puedo solucionar las carencias, no soy todopoderoso, aun con la magia de la Navidad. No puede una sola persona desaparecer las diferencias económicas ni las injusticias en todos los lugares del mundo. Ni yo. Requiero la ayuda de mucha gente para esa labor, y aunque muchas personas hacen su mejor esfuerzo, faltan manos, faltan voluntades. Pero la Navidad es esperanza, y yo mismo tengo la esperanza de que algún día esas diferencias se podrán ver reducidas al máximo y veamos que ningún niño se queda sin una ocasión de sonreír.

- No voy a abusar más de tu tiempo, y te haré una última pregunta, tal vez la más esperada por muchos: ¿Existes realmente? ¿No eres una fantasía, una mentira, un sueño? ¿Eres real?

- Claro que existo y soy real; si no, no estuvieras aquí, no estuvieras platicando conmigo; tan real como cualquier persona, como cualquier juguete o como cualquier sentimiento. Hay que aprender de los niños, que saben que todo puede ser posible. Aprende de ti mismo, aprende del niño que vive dentro de tu corazón y déjalo volver a correr y a reír, volver a vivir. Vuelve a los días en que sabías que en esta vida no hay límites ni imposibles, los límites los ponen las personas cuando pierden el optimismo, cuando pierden la esperanza, cuando su alma se pone gris. Claro que soy real; y si no lo fuera, tú tienes la capacidad de hacerme real. Ten fe en mí. Ten fe en la Navidad.

Sus respuestas me dejan mucho espacio para meditar. Ambos nos hemos quedado en silencio viendo el fuego de la chimenea por unos minutos, hasta que llega el tiempo de partir. Ésta, su última sonrisa, a través de la careta, tal vez sea la más expresiva. Con ella nos decimos adiós. En la salida me espera el mismo joven delgado, sonriente y de vestimenta colorida, con mi abrigo y listo para abrir el portón. Me coloco de nuevo el abrigo y el cubrebocas y también de él me despido chocando los codos. Salgo de nuevo al frío, pero no hace tanto como cuando llegué.

Camino por unos minutos con prisa, de nuevo rumbo a casa. Quiero echar un último vistazo atrás para ver la casa, pero creo que avancé demasiado y ya ha quedado fuera de mi vista. Apuro entonces nuevamente el paso de regreso. Hay que enviar la entrevista para solicitar que la publiquen.


Imagen de Willgard Krause

A
hace 3 años

Excelente artículo. Sencillo,ameno y de gran contenido. Inspirador y emotivo. Felicidades Jesús y Santa. A ambos les envío un cálido abrazo en esta navidad. Mi gratitud por este especial regalo. Su charla. Feliz Navidad.

O
hace 3 años

Qué hermoso relato!!! Tal y como imagino que sería una entrevista con Santa. Me lleva a viajar hasta el mundo de la esperanza, de los sueños y de la ilusión. La niñez ha quedado atrás más no el sentido de la Navidad! Felicidades por tan ameno relato, entrevista, cuento o reflexión. Muy buen escritor!

Añadir Comentario