¿Te gustan los deportes? También a mí. Como a todo aficionado, me gusta pensar que cuando la plática es acerca de competencias deportivas, conozco muy bien el tema, y me expreso como todo un erudito. Como buen técnico de tribuna o –peor aún- de sofá, sé muy bien cada estrategia que debería usar mi equipo para vencer al otro. Eso es bien sabido. A veces me siento como un talento desperdiciado.

A mí me gusta mucho el futbol -o fútbol- desde niño. Fui llevado al estadio por mis padres desde que era un bebé, y después lo gocé y practiqué por mucho tiempo. En cuanto al futbol americano, mi gusto se despertó más tarde, cuando fui aprendiendo sus reglas en mi juventud, y tal vez hoy sea el deporte que más disfruto ver. Del rugby no conozco sus reglas, pero las pocas veces que me ha tocado apreciarlo me ha parecido un deporte espectacular y muy atractivo para ver. En general me agradan los deportes, pero hoy me quiero concentrar en estos tres que parecen tener un tronco común.

A riesgo de ser tomado, con sobrada razón, por un auténtico “villamelón”, pero también siendo inevitablemente una persona curiosa para investigar las cosas que me parecen atrayentes, sobre todo ciertos aspectos de la historia, me pareció interesante abordar este tema y compartir mis apuntes con cualquier lector que accediera a descubrir conmigo algunas curiosidades.

Como en la mayoría de las actividades humanas de nuestro tiempo, habría que remontarse a la prehistoria para encontrar nuestras motivaciones. Si bien se han perdido importantes eslabones también en el estudio de las costumbres del hombre, una secuencia lógica de hechos conocidos nos ayuda a construir el relato.

Desde el tiempo en que nuestros antepasados eran cazadores, su capacidad y su fuerza corporal eran una necesidad para sobrevivir y, aunado a esto, la competencia con sus semejantes para obtener las mejores presas se fue dando de forma natural. Sin saberlo, el hombre estaba sembrando en su genética las condiciones esenciales para la práctica de la mayor parte de los deportes: la fortaleza física, la agudeza mental y la competitividad.

Al aprender nuestros antepasados a domesticar, con el tiempo, a los animales y a las plantas que antes solamente recolectaban, se convirtieron en agricultores y con ello se vieron en la necesidad de establecerse en un lugar y formar pequeñas comunidades, las cuales serían el antecedente primitivo de los pueblos y ciudades actuales. De esta forma se acentuó su sentimiento de identidad comunitaria y su espíritu competitivo. Ahora habría una nueva razón por la cual competir: el grupo al que se pertenecía.

La ocupación de lugares tan remotos de la Tierra a causa de la actividad nómada del hombre, aunada a la incomunicación total en que se vivía con respecto a sus semejantes en otros lugares distantes, favoreció posteriormente la creación de culturas muy diversas. Estas culturas, sin embargo, conservando información genética de sus ancestros, muestran ciertas semejanzas esenciales. Así, la información que se tiene de los antecedentes históricos de los juegos de pelota, nos hace ver maneras muy diferentes de interpretar esa necesidad general tan humana de competir por el mejor trofeo.

La historia recoge datos de competencias, específicamente con pelotas improvisadas u objetos semejantes. Eran las primeras competencias entre dos poblados, en las cuales todos los habitantes de cada uno de ellos, sin orden, sin reglas, incluso con violencia extrema, competían por llevar algún objeto (se dice que incluso calaveras humanas) de una comunidad a la otra. El decir que no había reglas, implicaba incluso que podían matar literalmente a algún contrario sin que el que lo hiciera recibiera ni siquiera cinco yardas de castigo. Pasión y violencia al extremo marcaron el inicio de los deportes.

En lugares muy diversos y en milenios o siglos lejanos, las competencias empezaron con el tiempo a tener algunas otras finalidades, desde religiosas, económicas o bélicas, hasta simplemente lúdicas. Así, mientras en China jugaban con un balón que debería de pasar por un orificio sin tocar el piso, o en Japón trataban de enviar la pelota con el pie hacia una red, en las culturas maya y azteca se jugaban el “Balón Maya” y el “Juego de Pelota”, con la motivación religiosa de otorgar al vencedor el dudoso honor de ser sacrificado como ofrenda a los dioses.

En Europa, desde la Edad Media, el calcio fiorentino en el territorio italiano, el llamado futbol de carnaval inglés y otras diferentes variables en las Islas Británicas y en otros lugares, ya se jugaban sin mucha organización, pero con ciertos códigos o estatutos básicos. Fueron estos los que dieron lugar a los primeros reglamentos de futbol que se hicieron en Inglaterra a mediados del siglo XIX y que se concretaron con la creación de “The Football Association” en 1863, y es precisamente de la palabra inglesa “asSOCiation” que se derivó el término “Soccer”, con el que aún se le denomina en muchos lugares.

Casi simultáneamente, y a partir de un origen común, se dice que el Rugby nace de la intención de un estudiante de hacer trampa en un juego de futbol rudimentario que se jugaba en Inglaterra, acarreando el balón con las manos, atribuyéndose así su creación en 1823 a William Webb Ellis, y estableciéndose formalmente como deporte con la fundación en 1871 de la “Rugby Football Union”, que promovió las primeras competencias en 1872 entre Cambridge y Oxford.

Al poco tiempo y en ese mismo final del siglo XIX, al llevar los ingleses el rugby a los Estados Unidos, discrepancias y modificaciones a las reglas, mismas que se atribuyen a Walter Camp, estudiante de Yale, dieron origen al juego que los norteamericanos llaman simplemente “Football” y al que nosotros llamamos “Futbol Americano” para diferenciarlo del Futbol Soccer tan arraigado en nuestros países de habla hispana. El Futbol Americano es uno de los juegos de mayor identidad dentro de la sociedad norteamericana y tiene muchos adeptos en muchos países del mundo.

De origen común, los tres deportes se han hecho de muchos practicantes y seguidores, los que se cuentan por millones en todo el planeta. Con la pasión que despiertan, incluso compiten entre sí como deportes en el gusto de la gente y hay muchas anécdotas y bromas que los aficionados de uno y otro deporte hacen unos a otros. De esta forma, a inicios del siglo XX, cuando ambos deportes llegaron a México, los seguidores del Futbol Americano llamaban en tono de broma “Panbol” al Futbol Soccer, ya que lo practicaba gente de origen muy popular (entre los que había muchos de profesión panaderos); mientras que los seguidores del Futbol Soccer se reían de que se le llamara Football a un juego que no se efectuaba básicamente con los pies, aunque sabemos que la razón del nombre es que se juega con un balón ovoide que mide de largo un pie, medida del sistema inglés.

Lo cierto es que la práctica de estos deportes, así como la expectación que despiertan como espectáculo en la gente, nos hacen disfrutar de muy memorables momentos. Excelente saber que hoy en día nuestras diferencias como países o como grupos sociales se pueden dirimir en una contienda deportiva. Ojalá que todos lo entendamos así, que son solo juegos y no guerras, y que despierten finalmente entre nosotros sentimientos de camaradería y amistad. Que viva el sano espíritu de las competencias deportivas.

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