Desde hace ya un par de años la imagen comercial de Frida Kahlo ha aparecido en todos lados: bolsos, carteras, indumentaria en general, artículos de escuela y oficina, mochilas, taza, platos, ordenadores, cubre teléfonos, bijouterie, cuadros de cuadros, posters; en general, en cualquier superficie en donde se pueda imprimir su rostro, cuerpo o estilo.

La figura histórica de Frida Kahlo ha mutado y se ha convertido en un objeto de consumo de tal magnitud que hoy en día lo podríamos comparar con la imagen del Che Guevara, consecuencia irónica de la producción en masa impersonalizada.

Esta sobre-exposición que tuvimos de la persona Frida Kahlo en los últimos tiempos, la ha transformado en un personaje y como tal, la mitología que la rodea se ha disparado de forma astronómica. Suscita opiniones encontradas, juicios de valor respecto de su vida personal, figura y aspecto físico. En este sentido, mucho más que el Che por ser mujer, ya que no solo se le critica su obra, sino también su belleza.

Su relación amorosa con Diego Rivera ha dado siempre pie a controversia y si bien se la reconoce como un ícono del feminismo, no es posible separarla de la imagen de mujer sometida a un hombre que repetidas veces la había engañado, convirtiéndola a ella, paradójicamente, en la depositaria de las quejas.

Más de una vez se la ha llamado hipócrita por ser representante del feminismo cuando en su vida personal no era más que una víctima de su relación conflictiva con Diego.

Partamos de la base de que ella jamás se consideró un ícono del feminismo; esa etiqueta se le fue otorgada post mortem, cuando su persona dejó de pertenecer al espectro de la realidad y pasó a convertirse en ese gigante de la lucha feminista contra el patriarcado.

Frida era antes que nada, una artista, una pintura y se la debe reconocer como tal. Esta etiqueta de ícono feminista se la hemos puesto nosotros por un lado y a la vez se la hemos quitado por otro, a causa de la intromisión en su vida personal.

Sus penurias amorosas contradicen lo que el público en general entiende por una mujer independiente, estandarte de la liberación y el feminismo.

Frida fue una mujer que se enamoró de un hombre que la hizo sufrir y seguramente ella lo hizo sufrir a él. Es parte de su vida de pareja, como también nosotros la tenemos.

Diversos comentarios sobre Frida Khalo

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Somos nosotros los que hemos tomado su biografía e intentamos encasillarla en un rol que no dependía de ella llenar, que nunca tuvo la responsabilidad de convalidar y posteriormente la hemos acusado de no cumplir con ese rol que nosotros le hemos dado.

Es verdad que su modo de vida fue disruptivo para la época, excéntrico y por momentos tan libre que podríamos asociarlo a ciertas expresiones libertarias del feminismo, como la introducción de la mujer en el ambiente artístico, la independencia de estilo y el trabajo codo a codo con su compañero de vida; sin embargo existe un ensañamiento contra Frida Kahlo basados en acusaciones que nada tienen que ver con su persona.

Es innegable la importancia que tuvo para el ARTE universal y mexicano especialmente, siendo la primer latinoamericana en tener un cuadro colgado en el Louvre; su labor como artista la puso en el epicentro del arte contemporáneo de su época y como representante del surrealismo en Latinoamérica incluso sin saberlo, ya que no consideraba sus cuadros pertenecientes al mundo onírico, sino a su realidad misma.

Tampoco podemos negar la relación entre su arte y su vida personal. Los dolores que sufría a causa de sus frecuentes enfermedades, el posterior accidente con el tranvía y sus desamores con Rivera se pueden encontrar casi cronológicamente en sus obras; su arte siempre fue catártico, una manifestación de su interpretación de su propia vida.

¿Pero por qué genera tanto resquemor? ¿Por qué se la acusa de ser sobrevalorada cuando existen razones de sobra para considerarla una de las mejores pintoras de la época?

Como todo personaje público, Frida está expuesta al escrutinio malicioso y siempre nos costó diferenciar al artista y de su vida privada y muchos más en un caso como tal; no obstante, mi diatriba es principalmente hacia nosotros que hemos tomado la imagen de una mujer y la hemos llevado hasta el límite de la caricatura.

Su aspecto físico, sus prominentes cejas y su estética también fueron asociadas a su arte y a su imagen en el universo mismo. Fuimos nosotros los que le hemos dado características externas a su persona y luego la hemos criticado por no cumplir nuestras expectativas.

No tenemos que olvidar que las personas de un tiempo pasado que hoy admiramos nunca dejaron de ser humanos, incluso después de su muerte. No porque nosotros tengamos esa necesidad de otorgarle una re-significación a la historia personal de nuestro héroe o heroína, es correcto hacerlo.

Frida Kahlo fue una excelente artista, talentosa e innovadora. Nada tiene que ver con las asociaciones posteriores hechas por una sociedad que necesita encontrar referentes de lucha en la deshumanización y caricaturización de lo que en algún momento fue una mujer, una hija, una esposa, una amiga, una pintora como cualquier otra.


Imagen de Patricia Tessari

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