Cuando unos pocos se empeñan en romperte, en desmigarte nación querida, le debería doler el alma a todos. Porque el daño es a todos. No a uno, no a dos, el ataque es a la sociedad entera.

Siempre las asechanzas vienen de unos pocos, son menos en cantidad y en riqueza espiritual que la mayoría. Ellos abrigan odios, quizás formados desde su niñez. Odios insanos que al crecer se hacen motor de afectación para millones de personas. El resentimiento, ese penoso lastre arrastra mucho.

Siempre los odiosos creen tener la razón. Su vanidad y arrogancia los arropan. Creen que aquellos que no comparten lo que ellos creen están errados, que han sido manipulados, corrompidos. Porque siempre los dueños de la verdad son esos odiosos hombres de minoría.

“Quiebran un país, y luego no son culpables, el culpable siempre es otro.” Responsabilidad. La responsabilidad de la minoría odiosa, no está en su diccionario, esa palabra es desconocida. Porque los impolutos jamás, léase bien, nunca se equivocan.

Mostrar humildad o desprendimiento les causa risa, lo demandan de otros, pero jamás ellos la van a emular, porque se creen merecedores de todos los aplausos. Porque son los incorregibles. Son los perfectos.

No les importa mucho el que dirán

Y mienten, esa es su amiga favorita, su comodín siempre a la mano. Mienten una, dos, tres, mil veces por día. El día ya no les da abasto para mentir y manipular. Mientras más mentes manipulen, mayor será su éxito. El ocaso de los demás depende del medidor de mentiras.

Y se leen 1984, para crear ese Gran Hermano, ese Ministerio de la Verdad, porque ellos simplemente llegaron para cambiar las cosas desde la raíz. Y si eso pasa o significa reescribir la historia, mucho mejor. No le temen a eso, porque bastante han esperado y maquinado en sus noches de insomnio.

Su mente no se detiene

No descansan, no duermen, pero sí piensan. Mientras el otro sueña con viajar, ir al cine, pasear con sus hijos, besar su novia, los odiosos se sientan a idear como hacerse dueños del futuro de los demás, porque es su deber, simplemente les corresponde.

Mientras más personas repitan lo que ellos han elaborado en sus laboratorios de la mentira, mejor, sí, ya que solamente de esa forma su éxito va a estar asegurado.

Y cuando el frio invernal los azota, se cargan de otra idea, que los distraiga de recuerdos de su infancia o su crecimiento.

Los actores que no pudieron serlo

El arma de doble filo es la hipocresía, tienen el manual del hipócrita como libro de cabecera. Antes de regir destinos de millones de personas, hicieron mil cursos de actuación. Se desconoce si merecen un premio Oscar o un Goya, pero han de merecer un boleto para cualquier obra de teatro.

Pero no fueron actores de teatro, ahora les queda valerse de otro escenario, uno más grande y peligroso.

Se están convirtiendo con la luz de la luna

Es un escenario peligroso el que trabajan porque seguramente no les permite ver el momento en que se actúa, y el espacio en que están siendo ellos mismos. Ya voy, un momento, ya no son ellos mismos, se han transformado, cual hombre lobo.

Se han rasgado las vestiduras, y han mostrado sus rostros verdaderos, ya las apariencias no importan. El que cuestione está obligado a no cuestionar. “No haga preguntas y aplauda.”

El camino de los zombis

Y lo absurdo de las incongruencias viene aderezado con los fanatismos. No escuchan, no observan, no palpan, sus mentes han sido abstraídas. Si un error inevitablemente se estrella contra sus rostros, no se limpian las heridas, y siguen caminando como zombis.

Pero peor todavía, si un error los tira al suelo, se arrastran, y lo dicen “quizás han cometido un error pequeñito, pero no puedo cambiar de opinión, porque cómo quedaría ante los demás.”

Los que saben que pasa, según los odiosos deben fingir que no ven nada, que todo marcha perfectamente bien. Y piensan, “si en algún momento, algún Torquemada pretende hacer justicia, analizaremos lo acontecido.”

Los que se creen dueños de la voluntad general ya saben lo que se debe hacer, no pueden vacilar para destruir y construir desde el subsuelo a su manera.

Su manual es claro

Los planteamientos errados, deben ser adjudicados al otro, nunca pero nunca esa minoría odiosa, puede mostrarse débil. Cualquier mandamiento que sea contravenido, y que se le endilgue a un miembro de tan “honorable corporación” puede ser aceptado. Porque derrumba su concepción o forma de ser. No pueden volver sobre ese asunto.

Lo más funcional para ellos, es tomar esa acusación y enrostrarla a otro, pero con mayor dureza, porque quizás así los trastornos del pasado encontraran curas. Quizás se olviden cosas de esa forma.

Y la sociedad expectante

Y el país sigue respirando, la bandera es su impronta, esa tierra sabe que el letargo no será eterno. La minoría y la mentira siempre han sido sepultadas por la verdad y los valores. Que así sea.


Imagen de DarkmoonArt

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