Cuando se trata de presentar y representar a la familia en televisión, el programa más exitoso es color amarillo pollo: Los Simpsons, serie animada que ya supera los 700 capítulos, en 31 temporadas de emisión.

Pero es necesario tener en cuenta que, aunque para algunos puede resultar extraño, incluso un dato falso, en los Estados Unidos la primera familia que hizo peso televisivo fue una mixta, integrada por la estadounidense Lucy Ball y su marido cubano, Desi Arnal. Desde 1951 ellos fueron el eje del show I love Lucy. Acompañados por una pareja amiga, Lucy y Desi protagonizaron un género de teatro humorístico con público real. Ubicados en varios sets, actuaban en vivo frente a un público que reía y aplaudía. Esto exigía de los actores la pericia y la memoria que sólo dan las tablas. ¿El contenido? Guiones divertidos sobre los conflictos y malentendidos propios de las familias La casa matriz era la CBS y el programa se extendió hasta 1957, con la emisión de 180 capítulos. Juntos Lucy y Desi habían creado una empresa productora, Desilu. Cuando se divorciaron, Lucy se quedó a cargo del negocio. Y de esa forma la comediante pelirroja se convierte en la primera mujer productora de televisión del mundo. Bajo su gerencia se produjeron otras series de culto como Star Trek, Los intocables y Misión Imposible.

Familias del mítico Oeste

A finales de los 50, la NBC lanzó una serie sobre la conquista del Oeste, Bonanza, (1959-1973) donde Ben Cartwright (Lone Greene) protagoniza a un terrateniente dueño del hato “La Ponderosa” de unos 500 kilómetros cuadrados. Cartwright no tenía esposa pero sí tres hijos de tres mujeres diferentes, y todos unidos por el mismo apellido: el joven Adan, el gigante Eric y el sereno Joseph, interpretado por Michael Landon, quien luego pasará a protagonizar otra serie familiar, La Casa de la Pradera para la misma empresa televisiva. Allí Landon se convierte en Charles Ingalls, con su esposa Claudine y sus tres hijas: Mary, Laura y Carrie.

En Bonanza los conflictos eran por el robo de ganado o por conflictos con entes externos de los pueblos cercanos, y se basaba en la sabiduría del padre para la crianza de sus muchachos.

En el caso de la Casita de la Pradera (1974-1983) los temas son la adopción, la maldad, la relación religiosa, las normas sociales, donde unos padres amorosos en un hogar armónico, ven crecer a sus hijas, volverse profesionales, contraer matrimonio y hasta tener hijos, mientras combaten en un pueblo de la fronteriza Minnesota, en los límites con Canadá, por construir un futuro de amor.

Por su parte, la ABC produjo otro drama familiar de corte ganadero: Valle de Pasiones (1965-1969). En 112 entregas, un doña Bárbara estadounidense, Victoria Barkley (Bárbara Stanwych) asume el control de su extensa propiedad, y gobierna por sobre las intrigas con sus hijos Thomas, Nick, Audra (Linda Evans) y Heather, quien resultó un personaje difícil, hijo ilegítimo del difunto marido de Victoria, e interpretado por Lee Majors, quien años después se convertiría en el hombre de los seis millones de dólares, el hombre nuclear. Más adelante este personaje formaría su propia familia junto con la chica biónica y el perro biónico, todos devenidos en promotores del uso de las prótésis. En ese sentido pasan incidir en la percepción social en la naturalización de los nuevos productos generados por los consorcios farmacéuticos internacionales.

Avanzada la segunda mitad del siglo XX, Europa también indaga por el camino de la familia para conquistar corazones o para acentuar un proceso de crítica social. Por ejemplo, del 66 al 70, Televisión Española se apunta con La Casa de los Martínez, donde Carlos, su esposa Carmen, los hijos Quique y Carmela, y la prima Pilar deben avanzar con pie de plomo, tratando de entretener sin violar la moral cristiana, y bajo el ojo de la censura del gobierno del general Franco.

También destaca un experimento denominado La Familia Colón, quizás por aquello del navegante del siglo XV que partió una noche de Puerto de Palos para revelarle a Europa de la existencia de un mundo distinto, enigmático y rico en tesoros que le permitirían a la nación convertirse en una potencia en ultramar. Esta familia Colón era una pareja argentina, Elena y Julio, con dos hijos: Virginia que nació en México y Rodrigo que vio la luz por primera vez en Colombia. Todos acompañados por un pastor alemán. Era una historia de inmigrantes tratando de adecuarse a una forma de vida totalmente diferente a la que estaban acostumbrados. Esta producción sólo duró una temporada, 1967, y fue transmitida por también por TVE.

Familias con mucha magia

Otra batalla para conquistar espectadores llevó a poner la mirada sobre otras familias marcadamente fantásticas.

El año 1964 marcaría un hito en el ocus pocus, y la primera apuesta la hace ABC con la experiencia de una rubia que suma lo modoso con la picardía. Es la hora de Elízabeth Mongómery quien en la pantalla chica se convierte en Samantha Stevens, la protagonista de Hechizada (Bewitched), una brujita que se enamora de un moral, Darrin Stevens, y lo pone de cabeza. Ella, su madre Endora (Agnes Moorehead) y algunos de sus familiares pondrán en jaque a un publicista que no resiste la magia. Pronto incorporarían a su hijita Tábata también poseerá poderes mágicos. Este programa tuvo 254 entregas y culminó en 1972. El primer Darrin (Dick York) se enfermó y fue sustituido por Dick Sargent. Aún hoy en numerosos países se siguen retransmitiendo los capítulos de esta serie encantada.

Un dato interesante es que inicialmente el programa estaba pautado para salir al aire en septiembre de 1963, pero el asesinato de Jhon F. Kennedy, hizo que el estreno fuera pospuesto. El país estaba en una pena por el magnicidio contra el único presidente católico que ha tenido Estados Unidos, un hombre a quien por cierto se ligaron numerosas historias hollywodenses, incluyendo un tórrido romance con Marilyn Monroe.

Ante los encantamientos de Samantha, la cadena NBC apeló a otra rubia para contratacar, Bárbara Eden, quien pasa a ser Jeannie, una genio con botella y todo, que un astronauta, Anthony Nelson (Larry Hagman) consigue en una paradisiaca playa del Pacífico Sur. Mientras Samantha movía la nariz para hacer su magia, Jeannie apuntaba con su cola de caballo y ¡voila!, todo resuelto. Hagman no se quedaría como mayor de la Fuerza Armada estadounidense. La vida le brindaría la oportunidad de convertirse en uno de los malos más codiciados, JR en otra producción donde el tema familiar es la marca, y sobre la que volveremos más adelante. Mi bella Genio se transmitió entre 1965 y 1970. Primero en blanco y negro, luego a color.

Las familias habían llegado al plató para quedarse. Así en 1964, la ABC estrena La Familia Adams, un grupo en el cual la relación filial queda signada por el romance y la pasión visibilizada en lo exótico de su conducta. Homero Adams (Jhon Astin) con una permanente sonrisa enamora a la hermosa Morticia (Carolyn Jones). Ella siempre trajeada con un vestido negro ajustadísimo que termina en tentáculos de tarántula, es incapaz de resistir el poder de las lisonjas recitadas en francés que le brinda su marido. A la singularmente apasionada pareja la acompañan sus hijos Melina y Pericles. Ella con tendencias sádicas, y él, masoquista. Además en el cuadro familiar están: el Tío Lucas, con el apelativo stinky (apestoso en inglés), calvo y siempre dentro de un abrigo negro muy grueso; Largo el mayordomo, la abuela y un asistente singular: Dedos, una mano cuyos movimientos se expresan en un idioma universal. El último capítulo de la serie se transmitió en 1967.

La respuesta de la CBS se tituló: Los Munsters. 70 episodios fueron transmitidos entre el 64 y el 67 de esta serie que se identificó en castellano como La Famila Monster El protagonista era un frankestein amoroso, caballeroso y algo torpe, Herman Munsters (Fred Guyne), pareja perfecta de la hermosísima Ivonne de Carlo como Lily. Ella era una vampira con el cabello de dos colores. Tenía un hijo, Eddie, lobo, y una sobrina, Marilyn (una catirita totalmente humana, cuya misión era las relaciones públicas de la familia). El abuelo, un viejo vampiro enfrascado en hacer experimentos en el sótano, completa el cuadro. El responsable de la familia era Herman, empleado de una funeraria, encargado de arreglar los cadáveres que llegaban como clientes para su paseo final. Al igual que Los Adams, esta familia sigue transitando las pantallas y, repitiendo un discurso respetuoso del llamado Código Hays, que rigió la producción de todo Estados Unidos con una censura previa muy dura durante 43 años (cesó su vigencia en 1967), prohibiendo sexo, drogas, donde el bien siempre debía ganar, y un hombre y una mujer jamás podían estar juntos en su lecho, en cámara.

La mejor muestra de esto fue la producción de la CBS, Perdidos en el Espacio (Lost in space), donde con magia extraterrestre, los Robinson (en un homenaje al personaje de Julio Verne) tenían como misión buscar nuevas posibilidades y formas de vida en el infinito, pues la Tierra estaba superpoblada y los recursos ya escaseaban. Jhon (Guy William el mismo que años atrás protagoniza El Zorro) junto a su esposa Maureen, sus hijos -la jovencita Judy y los adolescentes Penny y el curioso Will- acompañados por el valiente piloto Don West, deben tratar de frenar las maldades del Dr. Zachary Smith, un científico que se coló en el viaje para sabotearlo, con la ayuda del Robot B9, famoso por su conducta errática y la forma como agitaba los brazos cuando detectaba alguna situación peligrosa. Por años esta familia acompañó por años a los niños de medio mundo durante 83 capítulos, estrenados entre 65 al 68, y sus numerosas reposiciones.

Las series dramáticas estadounidense o los superculebrones

Ya terminados los 60's, y dejado atrás el código de conducta, las televisoras estadounidense se embarcan en una nueva batalla: la de los culebrones. Éstas son series superlargas, llenas de villanos, maldades, crueldades, venganzas. Obviamente las familias son la base de estos dramas. Lo ricos, los poderosos y sus miserias humanas asumen el rol protagónico.

Es necesario diferenciar una serie a una telenovela. La primera se diseña sobre un total de 20 a 26 capítulos por temporada, mientras que una telenovela desarrolla un capítulo diario. La más famosa de las telenovelas estadounidense es Hospital General, que se inició el 1° de abril de 1963, en la cadena ABC y ya tiene en su haber más de 14 mil capítulos. Allí han crecido actores y actrices, han envejecidos y fallecidos.

La primera serie familiar fue Dallas. CBS, 1978-2014, y 357 capítulos. Los protagonistas fueron los Ewing, una familia texana de petroleros y ganaderos. Allí destacó un hombre sin escrúpulos, JR (Larry Hugman). El eje de estos millonarios es el matrimonio de Bobby Ewing y Pamela Barnes, provenientes de dos familias que se odiaban, al igual que los Montescos y los Capuletos shakespereanos, cuyos sus adorados retoños decidieron unir el agua con el aceite.

Entonces de esa pareja surge JR, para dominar, maltratar y quedarse con lo propio y lo ajeno. Fueron 14 temporadas, los personajes fueron envejeciendo en cámara a pesar de la magia del maquillaje.

Tres años después, viendo el éxito de Dallas, la cadena CBS decide aventurarse en ese mercado y así surge Dinastía (transmitida por ABC). Se basa en la historia de un magnate petrolero, Blake Carrington y los conflictos familiares donde surgen traiciones, celos, pasiones. El seriado reúne a un conjunto de estrellas, y sirve como plataforma para el lanzamiento de algunas otras, como Joan Collins, quien hace el papel de Alexis, y se convierte en la contrafigura malvada. Esta serie familiar duró hasta 1989. Y tendría una secuela, en la segunda década del 2000.

Paralelamente, otra familia millonaria logra un lugar de honor en la pantalla de los televidentes: Falcon Crest, donde la protagonista fue una mujer, Angela Channing, personificada por Jane Wyman exesposa del presidente Ronald Reagan. La industria del vino y las pasiones desbordadas sustentan la trama. Este seriado estuvo en pantalla chica desde 1981 hasta 1990.

De forma interesante, mientras el sufrimiento de los ricos se desplegó por el mundo, el enfrentamiento de las familias, puertas adentro de la nación norteamericana, nunca conoció la comercialización internacional.

La referencia concreta es a dos series también familiares: All in the Family, también gestada en CBS, donde se muestran dos familias: una blanca y otra afrodescendiente. Duró nueve temporadas y allí un obrero “cuello rojo”, blanco machista y patriarcal (Archie Bunker), se enfrenta al pater familia de otro clan, un negro, pequeño empresario (también machista pero en conflicto con las mujeres de su familia) George Jeffensors. En el 79, los Jeffersons se mudan hacia un distrito más próspero, y surgen dos seriados: The Jeffensors y Archi Bunker’s Place. Los temas tratados en toda la producción fueron desde al alcoholismo, el racismo, el analfabetismo y el control de armas hasta el suicidio y el tema de la sexodiversidad. La audiencia de estos espacios era muy grande, pero por ser temas que realmente se debatían y vivían en el seno del pueblo estadounidense, jamás se les comercializó fronteras afuera.

Familias en comiquitas

Sin embargo, aunque todas esas familias que le darían pie a las series actuales permitieron lanzar al estrellato a numerosas personas, no hay ninguna que permanezca más en la cabeza y el corazón de miles de millones de ciudadanos en todas partes del mundo como las que se popularizaron desde la fantasía de los dibujos animados.

Las dos primeras surgen de la iniciativa de Hanna Barbera, y fueron transmitidas por ABC. Se trata de Los Picapiedras (The Flintstones) y Los Supersónicos (The Jetsons).

La primera era la historia de dos familias de obreros de la construcción, Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, acompañados de sus esposas respectivas, Vilma y Betty, sus hijos Pebbles y Bam Bam, y sus mascotas Dino y Dientes de Sable. Ambos obreros tenías su propia casa, eran vecinos, sus carros con tracción a sangre (sus propios pies), y compartían el mismo jefe, un hombre pequeño y déspota. El pasatiempo de de las señoras era salir de compras a los centros comerciales, y disfrutaban de una visón tecnológica anacrónica (elafantitos aspiradoras, teléfonos con loros parlantes, y otros tantas adaptaciones contemporáneas al formato prehistórico)

Por su parte, los Supersónicos, encabezados por Super, su esposa Jane, sus hijos Judy y Cometín, y su ama de llave, la simpática Robotina. Igual que sus antepasados, Super era un obrero de una planta gigantesca con un jefe también pequeño y explotador. Tenía un carro volador y una mascota, un perro llamado Astro. Allí se mostraban artefactos como la Internet, los videoteléfonos y las cocinas inteligentes. Jane también tenía como su mayor distracción salir de compras a los centros comerciales.

Se naturaliza que tanto ayer como mañana, la estructura social es la misma: patrones con látigo, obreros no profesionales, y esposas que se restringen a estar en casa y ser consumidoras ávidas.

Los Picapiedras duró seis temporadas (1960-66) y Los Supersónicos, dos al inicio, y luego hubo una segunda parte de tres temporadas (1962-63 y 1985-87).

Y para contar cómo es la familia contemporánea, surgieron da la mano de Matt Groening, Los Simpsons, una familia amarilla que ha roto todas las probabilidades. Producida por la Fox, sale al aire en 1989, y ya tiene 31 temporadas, casi 700 episodios, sin que sus semblantes cambien, se modifiquen o evoluciones. Una familia amarillo en la ciudad de Springfield: Homero el padre, Marge la madre, Bart, Lisa y Maggie los hijos. También hay tías, abuelos, amigos de parranda, y un jefe destestable, cínico y cruel.

Ese presente, igual que el pasado y el futuro, nos dice que las cosas nunca cambian. El poder siempre es cruel, y eso resulta normal y aceptable; los centros comerciales son eternos, el consumo desatado es la única posibilidad, y las mujeres deben permanecer como amas de casa.

En contraposición han surgido otras familias, etiquetadas como comics de adultos, que trabajan tramas mucho más complejas, donde los temas como las drogas, la corrupción, la diversidad sexual dejan de ser tabú y se analizan, a ratos con un dejo de crueldad: allí están Padre de Familia (los Griffin); American Dad (los Smith) o Southpark, donde se entrecruzan familias y conflictos que desbordan lo social y traspasan barreras filosóficas, religiosas y políticas.

Por su parte, Disney, Universal y 20th Century Fox se han adentrado con visiones familiares en películas que amenazan con convertirse en serie como Los Increíbles, Mi Villano Favorito, Los Croods, Frozen, la Era del Hielo, Valiente o la misma Sirenita.

En el mundo del espectáculo audiovisual, el tema va del ojo al cerebro, se establecen modelos, se afianzan y normalizan estructuras y maneras de comportamiento, por eso tratar las aventuras y desventuras de los grupos familiares paga con creces.

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