'Estudia para que tengas dinero', 'trabaja para que te compres tus cosas', 'estudia otra cosa para que seas alguien en la vida', 'en ese trabajo no te pagan bien busca otro', 'eso no da para comer', 'no importa si queda mal, no es para vender'.

Creencias heredadas de nuestros padres, amigos, familiares que retumban desde nuestro inconsciente y nos hacen dudar de nuestra intuición, nos hacen darle la espalda a lo que realmente amamos o peor, nos lleva a aborrecer o limitar lo que amábamos hacer.

Cuando pensamos en nuestros hobbies, por lo general muchos sentimos bienestar, alegría, tranquilidad, gozo y satisfacción al recordar todos esos momentos buenos y malos, que nos ha brindado esa actividad.

Recordamos con mucho orgullo nuestras hazañas y con risa nuestros errores. Ahora bien, ¿qué sucede cuando pensamos en nuestro trabajo y las sensaciones son totalmente opuestas ?

Quizás estamos en el lugar equivocado y estamos evitando lo que realmente amamos, o hemos mercantilizados demasiado nuestra creación priorizando únicamente el mercado y olvidando colocar ese factor x que nos hace sentir satisfechos.

En cualquiera de los casos, estamos siendo llevados por las creencias heredadas, la presión social, la "crisis económica", los medios de comunicación y un sin fin de estímulos externos a los que hemos estado expuestos desde que llegamos este mundo.

Entonces, ¿qué podemos hacer para encontrar el equilibrio entre las actividades que alimentan nuestra alma y las actividades que nos puedan dar la vida que nos merecemos?

Lo primero que debemos hacer es identificar ese "loco"sueño que tenemos y comenzar a vivirlo a partir de hoy.

Debemos sentir, pensar, hablar, caminar, vestir, comer, reír, etc, como lo haría esa persona en la que queremos transformarnos.

Debemos soltar el 'yo era' y eliminar esa distancia entre el 'yo soy' y el 'yo seré'.

El momento de ser el mejor es ahora. Entonces, con la disciplina que viene dada por el amor a ese sueño comencemos a rediseñarnos a nosotros mismos.

Eliminemos aquellos sistemas que no sean compatibles con nuestro nuevo yo. Optimicemos los compatibles y añadamos todos los necesarios con paciencia y constancia.

Por otro lado, no le demos la carga de nuestra supervivencia actual a ese sueño, consigamos una actividad que no nos desgate mucho, una actividad que nos permita dedicarle energía y tiempo a nuestra pasión pero que, al mismo tiempo, pueda cubrir nuestros gastos.

Recordemos aceptar nuestra situación económica actual para no adquirir deudas que nos quiten libertad y paz mental.

Sigamos adelante, sin prisa pero sin pausa, practicando ser el mejor, disfrutando de los éxitos y aprendiendo a reír de los fracasos.

Cuando nos dedicamos a lo que nos gusta, la excelencia se vuelve un resultado natural y los obstáculos se convierten en interesantes desafíos, el tiempo pasa rápido, y nuestra energía parece ser inagotable causando sensaciones de gozo y alegría.

Para llegar a este nivel de bienestar debemos aprender a entregar sin mezquindad todo el potencial que abunda en nosotros, además ser capaces de aceptarnos, de comprendernos y de confiar en nosotros mismos.

Al tener clara cuál es nuestra pasión, podemos comenzar poco a poco a tener conciencia de nuestro cuerpo, nuestro espacio físico, nuestro ritmo de vida, nuestros hábitos, nuestros gustos, nuestros pensamientos y nuestra energía; con la práctica diaria podremos corregir todo aquello que nos hace caer, podremos entender cómo debemos alinearnos para lograr el equilibrio deseado entre nuestra pasión y la vida que merecemos.

¿Cuál es la vida que merecemos?

La vida que merecemos es aquella donde podemos experimentar constantemente estos estados de bienestar.

La búsqueda de la sensación de placidez interna y externa es parte de la naturaleza humana y, según sea su intensidad, la llamamos salud, placer, alegría, gozo, dicha o felicidad.

Para lograr estos estados de bienestar es necesario aprender a utilizar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra energía, evitando así que nuestros pensamientos y emociones obedezcan directrices externas.

Cuando tengamos conocimiento profundo de nosotros mismos tendremos una idea clara de lo que en realidad nos brinda bienestar y de lo que en realidad nos gusta, pudiendo así orientar nuestras acciones a una vida llena de todo aquello que nos genera sensaciones agradables y placenteras.

Así pues, al alcanzar el equilibrio entre nuestro bienestar externo e interno se abrirán las puertas del éxito y el sueño que comenzamos a vivir con el tiempo y la práctica, poco a poco, tomará más forma.


Imagen de Schäferle

A
hace 2 años

Y la realidad, ¿para cuándo la dejas? Suenas a Oysho y a la teoría del esfuerzo, mezclado con Papá Noel en pleno viaje de ayahuasca.

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