¡Que sí, que sí!, no te hagas líos, y decir lo contrario es mentir o querer vivir en la ignorancia, porque la evidencia es clara, y por ello la mayoría de los padres intentan matricular a sus hijos en un colegio concertado.

Yo mismo, sí, sí, el primer pecador que tire la primera piedra, yo mismo, te decía, empecé matriculando a mis niñas en un colegio público basado en mis conceptos ideológicos inquebrantables, pero tras cuatro años tuve que claudicar ante la evidencia y optar por la opción concertada, laica, eso sí, que una cosa es una cosa y otra la contraria.

Y tras dos años de experiencia en el lado oscuro te digo que, por lo que sea, la calidad de la enseñanza es mucho mejor en la concertada que en la pública, ¿en qué sentido? En todos los sentidos, pero no específicamente en los conocimientos, que, en el fondo, son parecidos, sino en todo lo demás, en esos intangibles que acaban marcando la diferencia.

Porque en la concertada los niños dejan de ser meros números y pasan a ser importantes para sus tutores, para el resto de profesores, para la dirección, etc., y los padres parece que dejamos, de la noche a la mañana, de incordiar, y pasamos a ser necesarios para todo el mundo, como parte integradora de la educación de nuestros propios hijos.

¿Cómo se consigue esa diferencia? Pues no lo sé, porque no soy un experto en la materia, solo te constato los hechos usándome a mí mismo como ejemplo.

Pero basta de hablar de mi libro, y extrapolemos este argumento a la ley educativa de turno que nos tenemos que tragar ahora y sin entrar en los detalles de la misma, que cada cual saque sus conclusiones, lo que sí tenemos que aceptar es que comete un error de concepto en lo que se refiere a la diferenciación entre colegios concertados y colegios públicos.

Si aceptamos que los colegios concertados ofrecen una educación de mayor calidad, entonces, ¿cuál es el sentido de ponerles trabas? ¿No sería más interesante intentar comprender cuál es el hecho diferenciador que los hace mejores y tratar de aplicarlo en los colegios públicos?

¡Pues parece que no! Desde el Gobierno se prefiere buscar la igualdad por lo bajo, y en lugar de buscar la excelencia en la educación preferimos tirar piedras contra nuestro propio tejado y lastrar la educación que sí está funcionando.

La clave del éxito en todas las facetas de la vida está en intentar comprender los factores del mismo e intentar reproducirlos en nuestra propia vida, aportando nuestra propia idiosincrasia. ¿Tendría sentido que intentáramos penalizar el éxito y favorecer el fracaso? ¡Ah, sí! Perdona, se me olvidaba que en España es justamente lo que hacemos, así nos va…

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