Ya es tarde, tienes encima el cansancio de todo el día y te pesan los párpados. Ves tu cama y sin pensarlo hundes la cabeza en la almohada. Uno, dos, tres… Te dormiste. ¡Qué delicia! Pero, ¿sabes qué dicen los expertos sobre el sueño? ¿Conoces lo que ocurre con tu cerebro y el resto de tu cuerpo mientras duermes?

Despreocúpate, si la respuesta es no. A pesar de que aproximadamente un tercio de nuestras vidas transcurre durante el sueño, incluso los científicos desconocen mucho al respecto.

No fue hasta la segunda mitad del siglo pasado que los conocimientos del estado de sueño dejaron de ser simples conjeturas. Hoy podemos definir el sueño como una alteración fisiológica normal de la conciencia con carácter cíclico y temporal, y que, a diferencia del coma (estado anormal de la conciencia), es completa, rápida y fácilmente reversible con un estímulo adecuado.

Etapas del sueño

El sueño consta de dos etapas principales, sueño REM, o de movimientos oculares rápidos (iniciales del inglés rapid eyes movements), y sueño NREM (no REM).

Cuando comienzas a dormir pasas sucesivamente de una vigilia atenta -tienes los ojos abiertos y la atención fija en determinados objetos- a una vigilia relajada -ya cerraste los ojos y olvidas prestar atención a tu entorno-.

Si sigues relajándote pasarás a un estado intermedio de adormecimiento entre la vigilia y el sueño que ya se va estableciendo, la denominada fase I del sueño NREM.

Sí, como acabas de ver, el sueño presenta fases, cuatro en total. Cada una es más profunda que la anterior. A medida que transitas por ellas, los músculos muestran una relajación cada vez mayor, pero con actividad somática (sensaciones o dolencias meramente físicas expresadas de manera clara y visible en alguna parte del cuerpo) todavía presente.

En esta etapa NREM, tu frecuencia cardíaca disminuye, igual tu tensión arterial. Al arribar a la fase IV es más difícil interrumpir el sueño, ya sea espontáneamente o por algún estímulo externo. Luego de una hora y media a dos horas, el sueño empieza a hacerse superficial otra vez. Regresas a las fases II y I.

Después te sumerges en la etapa REM, también llamada “sueño paradójico” porque en ella coexisten dos cualidades en apariencia excluyentes. ¿Qué significa esto?

Pues que el tipo de actividad eléctrica manifestada por tu cerebro es parecida a cuando estás despierto. Se producen movimientos oculares rápidos, como si estuvieras viendo una escena, pero en realidad te encuentras muy dormido y con un estado de máxima relajación muscular a la que únicamente escapan los huesecillos del oído, el diafragma (para posibilitar la respiración) y la musculatura exterior de los ojos.

Pierdes la capacidad de controlar tu temperatura corporal, la cual pasa a ser la del ambiente (pues sí, como los reptiles). Este es el momento del sueño en que la posibilidad de despertar por estímulos externos es bastante baja. Puede que te sea mucho más fácil hacerlo espontáneamente. Es al despertar de este estado que recuerdas los sueños.

A lo largo de la noche se alternan ambas etapas: NREM y REM, lo que le da al sueño características cíclicas. Serán de cuatro a seis ciclos por noche.

Ahora ya conoces lo básico acerca del sueño y lo que sucede contigo al dormir; no obstante, no son pocos los elementos que te faltan por descubrir.

Dime cómo duermes y te diré quién eres

¿Has visto a los bebés disfrutar buena parte del día durmiendo?

Eso es porque al inicio de la vida la cantidad de sueño requerida es máxima.

Durante la infancia y la adolescencia dedicamos menos tiempo a la almohada y las mantas, ya que declina tal necesidad. En la adultez se estabiliza la cantidad de horas precisas para el sano descanso y decrece nuevamente en la tercera edad.

Tal vez eres de los que se levanta bien temprano mientras los demás en casa continúan durmiendo por horas, o de lo contrario, eres tú quien no despierta hasta tarde.

Si duermes poco eres de los “dormidores cortos”. Con seis horas diarias de sueño o menos, te sientes restaurado. En el lado opuesto de la línea de necesidad de sueño se hallan los “dormidores largos”, quienes duermen más de ocho horas al día.

Según los expertos, los “dormidores cortos” suelen ser sociables, menos nerviosos, más eficientes, y optimistas. A su vez, los “dormidores largos” pueden ser personas apáticas, pesimistas y caracterizarse por la depresión en sus relaciones habituales.

Vale la pena aclarar que las peculiaridades descritas con anterioridad son generalizaciones. Identificarte con cualquiera de los dos tipos de dormidores no significa que de forma obligatoria poseas las cualidades mencionadas.

¿Para qué sirve dormir?

En general, se considera un período favorable desde el punto de vista adaptativo y un proceso restaurador.

La teoría evolutiva

Esta nos dice que el sueño desempeña un papel semejante al de la hibernación. Los animales en estado de hibernación disminuyen la actividad cerebral, el metabolismo, la respiración y la frecuencia cardíaca (bastante similar a lo que ya habías visto que sucede cuando duermes) para preservar energía.

Sin embargo, la función de la hibernación no es restaurar al animal, sino conservarlo en tiempos en que el medio ambiente es hostil. Resumiendo, la teoría asegura que el sueño evolucionó como una necesidad favorable a la supervivencia.

En cuanto a la restauración hay también una teoría. Nos cuenta que la función del sueño es permitir al organismo restaurarse a sí mismo tras el ejercicio del día. La restauración principal se produce en el encéfalo.

Algunos investigadores plantean que es el sistema nervioso y no todo el cuerpo, el que se recupera. Piénsalo: cuando pasas mucho tiempo sin dormir el cansancio es más mental que físico.

Curiosidades

Morirías primero por no dormir antes de por no comer. Diez días sin sueño… ¡y adiós!

Puedes imaginar que eso quizás sea un problema para las personas con somnifobia, el miedo irracional a dormir.

Además, ¿tenías idea de que despiertas unas seis veces por noche?

Si una de esas veces olvidas por completo lo que soñabas, no te extrañes. A los cinco minutos de despertar casi nadie recuerda la mitad del sueño, y a los diez minutos, ya habrás olvidado el 90%.

¡Ah!... Tal vez recuerdes el sueño y te preguntes por qué todo se veía como una vieja película silente. Sonríe. Perteneces al 12% de la población mundial. Sueñas en blanco y negro.


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