El tema protagonista de este año 2020 que ya languidece ha sido y sigue siendo (quién sabe a ciencia cierta hasta cuándo), la pandemia.

Mucho antes de este 2020, y de forma premonitoria, el cine y la televisón nos han ido contando historias que, hoy, ya no nos parecen tan inverosímiles.

Ha sido ingente la cantidad de películas que tienen como punto de partida enfermedades de orígenes difíciles de rastrear y cuya secuelas, a medida que se propagan, provocan una versión adelantada del apocalipsis, o bien desencadenan una hecatombe humanitaria irreversible.

Apenas se disparó la alarma en torno al Corona Virus, mucha gente revisionó la película “Contagio” (Contagion) que el cineasta Steve Soderberg filmó en el año 2011, acompañado por un mega elenco.

Las similitudes con nuestro caso actual dejaron pasmados a mucha gente, tanto que incluso se llegó a especular con sus visionarias cualidades.

La película está interpretada por Gwyneth Paltrow que, después de volver de un viaje de negocios a China y de haber tenido numerosos contactos, sucumbe ante una misteriosa enfermedad; los/as que tuvieron contacto con ella van muriendo, no sin antes haber contagiado a diestro y siniestro.

La crisis y el caos que se desata ante la peste que se esparce, la competencia corporativa por una vacuna, el estado de histeria colectiva, el oportunismo de un gurú “conspiranoico” de internet, intrepretado por Jude Law, cuarentenas forzadas, saqueos, grandes urbes acordonadas por militares e incluso, fosas comunes en Nueva York para enterrar cadáveres de víctimas que no paran de multiplicarse. Todo resulta, hoy, demasiado familiar.

En ese caso, la película estuvo inspirada por una crisis, en aquel entonces aún reciente, y que se cita en los diálogos: el de la gripe aviar.

Tal vez por eso, la película no sólo fue un fracaso comercial en su momento de estreno sino que incluso llegó a ser tachada, entre otras cosas, de amarillista y oportunista.

Este año, por la razón que todos/as conocen, pasó a ser, sin embargo, un “boom” del streaming.

Tal vez, el punto más destacable de la película es el intento por tratar el tema de la forma más realista posible, incluso, usando, en su mayoría, una forma de filmar parecida al documental.

Más atrás en el tiempo, los 70 fue un semillero de películas con esta temática pero más enfocadas al género de la ciencia ficción típico de la época.

Un clásico de culto fue “La amenaza de Andrómeda” (The Andromeda strain – 1971), del cineasta Robert Wise, con guión del escritor Michael Crichton basado en una novela suya.

En ésta, una pequeña comunidad de Nueva México se ve asolada cuando un satélite se estrella, trayendo consigo un virus de origen extraterrestre que se transmite a través del aire y que va mutando a medida que se va propagando.

Dejando de lado ciertas similitudes con nuestro caso, cuando se desataron las especulaciones en torno a la actual pandemia, no faltó quien arriesgó, aunque sin prueba seria mediante, que el corona virus era de origen extraterrestre. Tampoco faltaron los/as que decían tener “pruebas científicas” de que las antenas 5G lo provocaba.

En 1971, también llegaba otro clásico del género: “El último hombre vivo” (The Omega Man), de Boris Sagal, interpretada por Charlton Heston, basada en la novela Soy Leyenda (I am a Legend) de Richard Matheson.

Esta última tendría otra adaptación, esta vez homónima, hacia el año 2007, con Will Smith, bajo la dirección de Francis Lawrence, la cual sería exitosa en términos comerciales aunque no tanto artísticos.

Sin embargo, la adaptación pionera fue “El último hombre sobre la Tierra” (The last man on Earth - 1964 ) ,de Ubaldo Raguna y Sidney Salkow, protagonizada por el legendario Vincent Price.

La obra literaria de Matheson y aquellas dos primeras adaptaciones en el cine han sido obras pioneras en plantear un post-apocalipsis bacteriológico.

En ese caso, traería consigo zombies vampiros, aunque el monstruo, (CUIDADO “SPOILER”), terminaba siendo el propio ser humano.

Eso fue antes de que el mítico maestro del terror, George A. Romero, revolucionara el sub-género de los muertos vivientes creando al llamado “zombie moderno”, en su clásico paradigmático “La noche de los muertos vivos” (Night of the living dead – 1968), en la que una oleada de “zombies” caníbales acorralaban a un grupo de supervivientes en una pequeña granja abandonada.

Esta película viene a colación al reflejar, a su manera, los cambios y las tensiones tanto sociales como raciales de la época.

Llama la atención la enorme cantidad de películas que, cada vez que de una infección desconocida se trata, deriva, casi siempre de manera innecesaria, en un apocalipsis zombie.

Hay casos que merecen destacarse, como “Exterminio” (28 days later – 2002), de Danny Boyle,y su secuela (28 weeks later – 2007) de Juan Carlos Fresnadillo, debido a sus cualidades cinematográficos, dentro de lo que son las convenciones del género.

Aún así, lo único que terminan teniendo en común con nuestra realidad actual, es la cuestión de la enfermedad infecciosa.

Lo que en estos tiempos se llama “nueva normalidad” no ha sido un “apocalipsis zombie”, al menos todavía. Si muchas personas en la vida real se parecen a muertos vivientes se debería más a otros motivos, los cuales deberían ser sometidos a otro tipo de análisis.

Las películas de zombies, durante mucho tiempo, no pasaron de ser series de culto dentro del cine “clase B”.

Películas como Zombie 2 (1979), de Lucio Fulci, la cual se intituló así para diferenciarla (en su idioma original) de “El amanecer de los muertos” (Zombie: Dawn of the Dead -1979), que el citado Romero realizó ese mismo año.

Esta última, al centrar el asedio “zombie” en un shopping mall, servía de crítica velada al consumismo y a una cultura alienada.

A partir de allí hubo una gran cantidad de secuelas y “remakes” que el solo citarlas llevaría a llenar toda una enciclopedia.

Entre esas, se encuentra la versión que Zack Snyder hiciera en el año 2002 de “El Amanecer de los muertos”, en su debut cinematográfico y que ya dejaba entrever el estilo artificioso tan característico en ese director.

Si nos limitamos a las enfermedades, podríamos citar el “boom” comercial de los 90: “Epidemia” (Outbreak – 1995), de Wolfgang Petersen, con un elenco multi-estelar encabezado por Dustin Hoffman.

En dicha película bastaba un estornudo para esparcir un virus tan mortal que llevaba a implementar rígidas cuarentenas e intervenciones militarizadas.

Mucho antes, el ya citado Romero había filmado “El día del Apocalipsis” (The Crazies – 1973), que tuvo otra versión en el 2010, dirigida por Breck Eisner, sobre una infección que desata la locura en un pueblo y la consecuente intervención armada.

También estarían los primeros largometrajes del canadiense David Cronenberg, en donde ya iría desplegando su peculiar estilo de horror corpóreo y visceral. Primero con “Parásitos asesinos” (Shivers – 1975), en donde huéspedes de un complejo habitacional desatan sus más bajos instintos al contagiarse con unos parásitos fuera de control, y luego con “Rabia” (Rabit – 1977), en donde una fallida cirugía experimental termina convirtiendo a una mujer en portadora de un virus mortal.

Mientras, en el resto del mundo ocurrían cosas tales como la saga de películas españolas REC, de la mano del director catalán, Jaume Balagueró y del valenciano, Paco Plaza.

La primera entrega, en el año 2007, nos presenta a una pareja de reporteros que quedan atrapados, durante una entrevista de rutina, en un edificio. Sus habitantes se transforman en caníbales producto de una extraña infección.

Esa película, tal vez la única buena de la saga, tendría al siguiente año su (fallida) versión yanki bajo el título de “Cuarentena” (Quarantine – 2018), con dirección de John Erick Dowdle.

Similar a aquella, pero en clave de comedia, en Argentina el director Nicolás Golbardt haría Fase 7 (2010), sobre una joven pareja que tenía que lidiar con unos vecinos muy extraños, cuando el edificio en el que viven se ve aislado por una extraña pandemia.

En definitiva, los muertos vivientes se han multiplicado, invadiendo tanto las pantallas grandes como las pantallas de los hogares.

Corría el año 2010 cuando llegó a la pequeña pantalla la serie The Walking Dead, basada en el comic homónimo de Robert Kirkman, publicado por Image Comics. A partir de allí se desató la moda “zombie”, haciendo de la temática un espectáculo consumible fabricado en serie.

Después, se llegaría al extremo de hacer comedias románticas adolescentes tales como “Mi novio es un zombie” (Warm bodies – 2013), de Jonhatan Levine, siguiendo el camino y el éxito de otras comedias con temática “zombie” tales como la británica “Muertos de risa” (Shaun of the Dead -2004), de Edgar Wright o “Tierra de zombies” (Zombieland del 2009), que tendría su secuela en el 2019.

Respecto a nuestra nada ficticia situación actual, la relación con estas películas y series no sería tanto por la cuestión de “cómo sobrevivir a un apocalipsis”, lo que suena a juego de consola o meme de red social, sino, más bien, por el temor y la locura que se suele desatar ante un cuadro que trae aparejado secuelas irreversibles.

También, sería interesante analizar, a partir de esas obras de ficción, la manera de hacer frente a la adversidad e ir buscando una solución, que sea tan viable como legítima.

Otro tema a tratar podría ser el de la prevención y el cuidado, evitando caer en el exceso, aunque tampoco incurriendo y/o promoviendo conductas que terminen siendo irreflexivas e irresponsables.

El cine nos ofrece multiples interpretaciones que son reflejo de una manera de pensar o de un nivel de conocimientos adquiridos, en un tiempo y en un lugar dados y puede llegar a mostrar una idea válida de cómo se hace frente a una amenaza de semejante naturaleza.

Desde el extremo opuesto, no faltan aquellos/as que se toman muy a la ligera este tipo cuestiones.

En estas horas, se termina este año 2020 que, sin lugar a dudas, para muchísimas personas, fue de pesadilla, Pasará a la historia y muy difícil que sea en buenos términos. Aún así, habrá que seguir haciendo frente a lo que venga.


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