Una pregunta recorre en estos tiempos tan enrarecidos: ¿el cine ha muerto?

Cineastas, críticos, cinéfilos e incluso simples interesados y/o aficionados al séptimo arte se han planteado tal interrogante debido al contexto actual del rubro, el cual se ha visto atravesado, no sólo por todo lo que trajo aparejado la Pandemia, sino también por toda una serie de factores a los que se hará referencia a lo largo de estas líneas.

En principio, más de uno/a se apresuraría a responder diciendo que, en este caso, la palabra “muerte” no debería ser tomada en sentido literal. Técnica y materialmente hablando, el séptimo arte existe aún en los hechos.

Entonces, si así fuera, ¿estaríamos ante una transformación o bien una mutación?

Existe una realidad en donde los cambios en el hábito y costumbre de ver cine están cambiando.

El “cómo” se ve cine en estos tiempos, sobre todo atravesados por el fenómeno alienante de la pandemia, ya no es cómo hace unos años atrás ni mucho menos.

Hace décadas, por ejemplo, se llegaba al extremo de fanáticos acampando durante días para ver el estreno más esperado del momento. Así sucedió, por ejemplo, en el año 1999 cuando se estrenó el Episodio I de Star Wars titulado “La Amenaza Fantasma” Y dirigido por George Lucas.

Tal vez no esté de más, aún ante el riesgo de incurrir en un posible tedio, cierto repaso preliminar.

El televisor

Hacia los años 50 del pasado SXX, se especuló con el probable declive del Séptimo Arte e incluso su hipotético fin. Algunos/as ya lo daban por un hecho ante la masificación de la TV.

Ésta, como invención, ya existía desde hacía algunos años pero se volvería más accesible, y en consecuencia popular, a partir de aquellos tiempos.

Este medio era considerado una amenaza para la futura supervivencia del cine, más que nada, porque ésta empezaría a ofrecer sus series e incluso sus películas producidas especialmente para la pantalla chica.

VHS, Betamax

Más adelante con la difusión, masificación y consecuente popularización del video casero -ya sea el VHS o el Betamax- volvería a reflotar esa cuestión.

Blockbusters

En aquellos tiempos, se muda a la pantalla chica el fenómeno “Blockbuster”.

Este término se puede traducir como “destructores” (busters), de “bloques” (block), pues así se les decía vulgarmente a los éxitos de taquilla y viene de la expresión “busting blocks”, es decir, destruyendo bloques.

Sin embargo, el referido término “Blockbuster” había sido acuñado anteriormente, y ya durante la década predecesora de los 70 surgirían las primeras grandes franquicias cinematográficas. Star Wars, cuya primera entrega originaria es del año 1977, sería rebautizada, con el tiempo, como Episodio IV: Una Nueva Esperanza.

TV por cable

Hacia fines del los 80 y, sobre todo, a nivel mundial a principios de los 90, la gran amenaza, en opinión de muchos/as, pasaría a ser la TV por cable.

Hacia el Nuevo Milenio, los videos clubes que tantas alegrías le dieron a muchos/as durante largos años en los que podías encontrar un local en cada cuadra y media de cualquier ciudad que fuera, se extinguieron casi por completo.

Solo quedaron algunos especializados en la venta y alquiler de material raro o muy difícil de conseguir y basándose en las nuevas tecnologías.

Nuevas tecnologías

Así y todo, y ya entrado el Nuevo Milenio, con TV, video y cable mediante, a lo que se le sumaría, con el tiempo, nuevas tecnologías como la TV satelital, la TV digital, y los llamados contenidos Streaming vía on-line, el Séptimo Arte no se extinguió aunque sí se vio relativamente afectado según el momento y el lugar.

Pero en lo que va de SXXI, se han ido apilando una serie de fenómenos que, progresivamente, han reavivado el interrogante que abría estas líneas. Esta vez, sin embargo, el problema se plantea en términos más serios aún de lo que en tiempos pretéritos solía hacerse.

Amenazas actuales para la supervivencia del cine

I. Declive artístico

Falta de riesgos y grandes novedades.

Ahora, más que nunca, pareciera que ya “se ha visto todo”, sea en la gran pantalla, en los smartphones o en las tablets.

No sólo con los productos seriales de las “mayors” (estudios hegemónicos y grandes sellos de Hollywood) sino, incluso, con la gran mayoría de los productos audiovisuales globales que van a “lo seguro”, reproduciendo símiles fórmulas de antaño una y otra vez

II Falta de nuevos grandes referentes contemporáneos

Más de uno/a podría replicar con nombres tales como Christopher Nolan o Denis Villeneuve. En figuras emergidas durante los 90 tales como David Fincher, Paul Thomas Anderson, Steve Soderberg, Quentin Tarantino, Danny Boyle, Wes Anderson y otros que se sumarían al medio como Guy Ritchie, Edgar Wright…

Sin embargo, más allá de la calidad del cine que haga cada uno y su reconocimiento, no han llegado a conformar lo que en otros tiempos fueron vanguardias cinematográficas.

El neorrealismo italiano, el expresionismo alemán, la nouvelle vague, el nuevo cine alemán o ese nuevo cine que, en Hollywood, se fue gestando entre los 60 y los 70 de la mano de cineastas como Stanley Kubrick, Sydney Lumet, John Frankenheimer, Arthur Penn, Robert Altman, William Friedklin, Sam Peckinpah y otros de la talla de Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Brian De Palma… 

Todos ellos se nutrieron de todas esas corrientes de vanguardia y, condicionados por el contexto, abrieron un camino a seguir.

III. Sobre-explotación de grandes franquicias

Patología cinematográfica característica de Hollywood basada en explotar un filón comercial haciendo de éste una franquicia.

Estas últimas décadas traen consigo un aluvión de secuelas, precuelas, “remakes”, “reboots”. Algunas incluso sirven tanto de secuela como de precuela, como el caso de la cuarta y quinta de la saga Terminator (“Salvation” del 2009 dirigida por McG y “Genisys” del 2015 dirigida por Alan Taylor); eso sin contar los “spin-off”.

IV. Películas (y más películas) de Superhéroes

Cconsiderado un derivado del anterior punto, la pregunta entonces sería, ¿tanta envergadura ha adquirido este problema como para hablar del mismo como un factor en sí de una posible “muerte del cine”?

Así parece ser en opinión de veteranos y reconocidos cineastas respetados en el medio.

Francis Ford Coppola llegó a calificar estas películas como “despreciables” aparte de no considerarlas “verdadero cine”.

Martin Scorsese se ha referido a las películas del Universo Marvel diciendo que eran más “parques de atracciones” que cine.

Ridley Scott achaca a esta factoría el declive sufrido en el cine de los últimos años en términos artísticos ya que lo considera “bastante malo”.

También, David Fincher equiparó a estas grandes franquicias con “cajitas felices”.

V. Streaming

Siendo el pionero Netflix que pasó de ser una especie de video club on line a productora de contenido audiovisual propio, son cada vez más los portales dedicados a ofrecer contenido streaming.

Con este fenómeno se han ido perfilando apuestas tales que han llevado a consolidar a las series como un “nuevo cine de autor” en la visión de muchos/as.

Esto trajo consigo ese fenómeno conocido como “binge watching”, o sea, el “atracón” de series, que muchos/as de sus usuarios se dan durante días enteros, preferentemente fines de semana.

VI. Pandemia

Como ya se ha dicho, este 2020, que ha sido completamente atípico a lo largo y ancho del mundo, ha afectado a la actividad al punto tal de postergar estrenos y paralizar gran parte de la producción o incluso poner en riesgo la actividad.

Conclusiones

El cine aguanta pero ajustándose a las vicisitudes ocasionadas y no sólo por las limitaciones en ciertos países. El cine no ha “muerto”... por ahora.

Sin embargo, en un sentido más profundo, hay quienes dirán, e insistirán, que el cine como lo conocíamos ha muerto por los siguientes motivos

Por la falta de riesgo e innovación en materia artística/creativa.

Por la carencia de nuevos grandes paradigmas que trasciendan.

Por la sobre-explotación comercial serializada.

Por los cambios de hábitos que trajo aparejados las nuevas tecnologías.

Y por la progresiva pérdida de todo lo que hacía el ir al cine como un evento social cultural.

Por el otro lado, estaríamos ante una transformación o mutación del cine en función de todo lo descripto. Sobre todo, con la irrupción y masificación de las nuevas tecnologías y las nuevas exigencias de las nuevas generaciones deseosas de un contenido tan accesible como efímero.

Pero, aún así, queda esta cuestión:

¿Ver películas o temporadas enteras de series en un celular/tablet en la soledad de una habitación puede efectivamente suplir la sala a oscuras del cine, el disfrute de la gran pantalla, la posibilidad de compartir un ritual como lo es el hecho de ir a ver cine, más todo lo que esto significa?

Que el/la lector/a saque sus conclusiones.


Imagen de Ana Jimenez

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