Hoy en día nos afanamos tanto por las apariencias físicas y sociales que llegamos, en ocasiones, a confundir una cara maquillada, el cabello arreglado, accesorios y perfumes con lo que somos realmente. Pero lo peor es que con eso, nos olvidamos de quienes somos. Usamos ropas que nos hagan lucir ópticamente diferente a lo que somos. Utilizamos perfumes caros para encajar y sentirnos aceptados en esta sociedad. Pero, ¿qué pasaría si, un día como cualquier otro, saliésemos a las calles sin maquillajes, sin tintes en el cabello, con un cabello suelto, sin perfume y en vez de usar ropas caras, y a veces ajustadas, solo nos vistiéramos con lo que nos hace sentir cómodos?

Es posible que no todo mundo entienda que la belleza de una sonrisa no está en un lápiz labial. Las normas no escritas de las sociedades pueden romperse de vez en cuando y no pasará nada. Tener el cabello corto, largo o medio largo está bien si nosotros nos sentimos bien.

Tanto el hombre como la mujer tratan de colocarse ciertos disfraces porque en esta época en que la locura manda sobre el sentido común, creemos que necesitamos estar con alguien para ser alguien. Buscamos en otros lo que debemos hallar en nosotros mismos. Queremos alguien que nos haga sentir libres, cuando nosotros somos reos de nosotros mismos. Queremos a alguien con quien reír porque no sabemos qué nos hace reír a nosotros mismos. Buscamos alguien que nos haga sentir queridos cuando no existe nadie que nos pueda amar más que nosotros. Buscamos la felicidad en una persona que también la busca y por ende no es feliz realmente.

Hacemos dietas y vamos al gimnasio no por nuestra salud sino para vernos como Shakira o en el caso de los hombres, Ricky Martin. Y creemos que si no tenemos un cuerpo digno de salir en una revista de moda no somos nada. Queremos aparentar ser inteligentes en lugar de buscar ser inteligentes o sabios. Hacemos todas estas cosas para poder encontrar a alguien que nos ame, pero nos olvidamos de amarnos a nosotros mismos.

En esta época, hemos olvidado el valor de la sobriedad y la sencillez. Nos olvidamos del placer que la soledad ofrece cuando le abrazamos con calma. En lo personal he logrado sentir una calma preciosa en ella. Y solo renuncio a la soledad cuando realmente sé que quien me dará su compañía no será un obstáculo entre la tranquilidad y yo. Pues debo aclarar que uno puede estar acompañado y con plena calma, pero esto solo se logra cuando ambos saben estar solos.

La naturaleza le ha dado a cada individuo virtudes hermosas capaces de hacerle suficientemente independiente como para acompañar a alguien más.

¿Por qué no nos olvidamos de cada parte del disfraz que usamos diariamente y nos damos la oportunidad de ser nosotros mismos? ¿Quién ha dicho que nuestra “media naranja” está fuera de nosotros? ¿Y si en vez de ser medias naranjas tratamos de ser una fresa salvaje, o mejor aún nosotros mismos?

Mientras los hombres tratan de atraer, con horas en el gimnasio, para tener un cuerpo que parezca ser tallado por el mismo Miguel Ángel Buonarroti y un cabello perfecto, las mujeres no nos quedamos atrás y nos colocarnos tanto maquillaje como para repellar una pared en construcción. Y tanto hombres como mujeres usamos ropas que escondan todo aquello que nos parezca un “defecto” a nuestros propios ojos. Se nos olvida que en ocasiones para atraer a alguien basta con ser quienes somos. Pues al final quien sale con alguien por su apariencia termina cansado de no tener un ser humano legítimo. Y se decepciona pensando que la persona con la que se ilusionó fue una mentira, cuando en realidad quien se mintió fue esa misma persona que se decepcionó por pensar solo en una capa superficial y no en la belleza de su alma.

Es cierto que no todas las mujeres tenemos la belleza de Afrodita, Hera o Artemisa, pero en vez de lucir como ellas, deberíamos tratar de sentirnos tan bellas como ellas y en algún momento alguien nos verá como si fuéramos una de ellas. Y en el caso de los hombres, no necesitan ser como Apolo, Adonis o Narciso, pues de la misma manera en que los hombres tienen distintos gustos, las mujeres también los tienen, y por tanto aclaro que no a toda mujer les gustan los fisicoculturistas, ni a todo hombre le gustan las mujeres muy altas o curvilíneas.

Todos sabemos que hoy en día la apariencia se ha vuelto muy importante y comercial. Esto es debido a que nosotros hemos sobrevalorado los estándares superficiales de esta época, pero ya es tiempo de dejar de darle importancia a cada uno de esos estándares, y ver las miradas y no solo los ojos de los demás.

Sé que existen muchas canciones acerca de la belleza natural de la mujer sin embargo, yo en este artículo también he decidido mencionar a los hombres porque también ellos pueden tener tantas inseguridades como las mujeres y hoy en día, ellos se esfuerzan mucho para poder encajar en una sociedad de cánones absurdos. Por ejemplo, se nos ha dicho que un hombre o mujer para ser atractivos deben tener un cuerpo atlético. Sin embargo, he visto hombres y mujeres muy atractivos que no tienen esas cualidades atléticas que se suponen deberían tener. En lugar de esas cualidades, tienen muchos otros atributos que les hace ver como una obra maestra de Donatello.

Cada vez que nos vemos al espejo dejamos de ver nuestro propio yo. El espejo solo refleja aquello que nosotros hemos pintado, y poco a poco, vamos borrándonos a nosotros mismos. Pero si de repente una mañana nos levantásemos decididos a ver el espejo sin ningún tipo de pintura y sin prejuicios a nosotros mismos, veríamos la verdadera belleza que no hemos encontrado en otros porque siempre estuvo en nosotros.

Nos culpamos incluso por no encajar con algunas personas o porque sentimos que no somos perfectos. Y esa es la idea más absurda de todo el mundo. Pues como dijo Eduardo Galeano “LA PERFECCIÓN SEGUIRÁ SIENDO EL ABURRIDO PRIVILEGIO DE LOS DIOSES”. Y como lo dijo Aquiles “NOSOTROS TENEMOS EL MARAVILLOSO PRIVILEGIO DE SER IMPERFECTOS”. Nadie es igual a otra persona. Sí comprendiésemos esto veríamos que no existe culpa y por tanto no le debemos nada a esta sociedad que cada vez se vuelve más loca y trastornada. Esta sociedad que nos dice que necesitamos a otra persona para estar completos, como sí realmente nosotros al nacer ya estuviésemos bajo una maldición de un cuento de hadas en la que solo el príncipe puede salvar a la princesa y solo la princesa hará que el príncipe sienta que su existencia tiene un sentido. Cuando en la realidad nadie tiene que romper ningún hechizo y nadie debe encontrar a alguien más para ser feliz y más que sentirse satisfecho con su vida, sentirse completo consigo mismo. Nadie encaja en ningún lugar porque todos somos diferentes, por eso en lugar de encajar debemos buscar adaptarnos a los demás, pero sin perder nuestra propia esencia. Esa parte de nosotros que en el mayor tiempo escondemos bajo los disfraces que en algún momento pueden llegar a lastimarnos.

Cuando escojamos aceptarnos a nosotros mismos superareremos todos esos “defectos” que no nos dejaban dormir cada noche pensando en como ocultarlos. ¿Por qué jamás escogemos aceptar esas cicatrices en lugar de esconderlas? Sí escogiésemos aceptar en lugar de esconder, podríamos conocer a la persona capaz de salvarnos de todos nuestros problemas y al conocerle encontraríamos el amor verdadero. Veríamos a esa persona que nos salvó, como nuestro confidente porque seria quien más nos comprendiese. No volveríamos a sentir que la soledad es un monstruo que devora el alma. Porque sería nuestra propia alma esa persona que nos salvó y no nos dejaría caer. Porque nos amaríamos tanto que no necesitaríamos más etiquetas, cánones y mucho menos disfraces para tratar de creer que somos especiales. Ya que estaríamos seguros de quienes somos, que podemos hacer, hasta donde podemos llegar y lo más importante, lo valiosos que somos. Solo de esta manera nos conoceremos a nosotros mismos y nos comenzaríamos a burlar a esta torcida y ridícula sociedad en la que se le exige tanto a la piel y tan poco al cerebro, haciendo que el corazón se frustre de tanto ver y tan poco sentir.

Hace ya varios años Pablo Neruda hizo la pregunta “¿LA ROSA ESTÁ DESNUDA O ESE ES SU ÚNICO VESTIDO?”. Respondiendo en mi sencilla opinión a Neruda. Cada pétalo es parte de su vestido, pero también es parte de ella. Por lo tanto, estaría vestida con una hermosa desnudez. Sería un demente el que tratase de cambiar algo de esta flor. Y ni hablar de quien tratase de ocultar su aroma colocándole siquiera una gota de perfume. La rosa no es perfecta y nunca lo será. Lastima con sus espinas sin ser esa su intención, en ocasiones se le marchita uno que otro pétalo, pero aun así no hay quien en algún momento no se haya cautivado por su belleza o haya sido embelesado por su fragancia. Sin embargo, no hay nadie que jamás se halla lastimado con una de sus espinas por un simple accidente. Y ahora ya que le di una respuesta a ,me gustaría preguntarle de la misma manera a él y al mundo ¿QUÉ SIENTEN LAS ROSAS CUANDO ALGUIEN SE HIERE CON SUS ESPINAS?

Cada uno de nosotros es una rosa llena de espinas y algún pétalo marchito, pero siempre hay quien se detiene no solo a vernos, sino también a admirar esa fragancia y esa naturaleza que nos viste, con el vestido más fino que tenemos. Nuestra única y verdadera forma de ser. Por estas razones no debemos tratar de ocultar nuestra fragancia o cubrir nuestros pétalos. Y en cuanto a las espinas que lastiman a otros cuando menos lo esperamos, debemos recordar que son parte de nosotros y es parte de un tallo que al igual que los pétalos tienen su hermosura y su importancia. Cada espina tiene una razón de porque estar allí y estas jamás le restaran belleza a la flor.

Por estas razones al ver a otra persona. No pensaremos en si será o no, nuestra alma gemela. Porque esa idea de tener un alma igual a la de otra persona nos quitaría nuestra originalidad y probablemente pronto nos aburriríamos de esa persona. Ahora sí hacemos todo lo que he sugerido anteriormente. Cuando encontremos a otra persona no trataremos de encajar, sino de conocerle. Luego de eso, podríamos intentar adaptarnos a esa persona si está también está dispuesta a adaptarse a nosotros. Y de este modo, estaríamos con alguien a quien no necesitaremos para sentirnos queridos, pero sí queremos darle cariño, así como ésta nos dé cariño.

Ya no volvamos a intentar cambiar nuestro ser por cosas superficiales que entorpecen nuestra autoestima y nuestras propias vidas. Lograremos ser felices olvidándonos de todas las voces de personas que no aportan mas que chismes y molestias a nuestras vidas.

Convirtámonos en esa persona que siempre hemos querido ser y pongamos en marcha todos estos planes que nos han dicho que son una completa locura y que por temores ridículamente infundados, nunca realizamos. Y salgamos a la calle sin temor al qué dirán los demás de cómo nos vemos o que marca de ropa llevemos puesta. Hagamos las paces con el espejo y cambiemos. Dejemos de martirizarnos por no ser tan alto, tan delgado, tan atlético, tan esbelto o por el color de piel que tenemos. Ya dejemos de odiar las marcas o cicatrices que el tiempo deja en la vida de todo ser humano y recordemos que todos tenemos algo que no nos gusta de nosotros mismos. Perdonémonos por haber sido tan exigentes en las cualidades equivocadas. Olvidemos los errores del pasado que aún nos duelen porque seguimos pensando en ellos. Soltemos todas esas expectativas que no estamos obligados a llenar y comencemos a reírnos del chiste mejor contado, pero casi no notado. Esta sociedad y sus normas que cada día se ponen más de cabeza como si de una comedia se tratase.


Imagen de Алина Осипова

A
hace 3 años

Su teoría se desmorona cuando dice “podríamos conocer a la persona capaz de salvarnos de todos nuestros problemas”, pues parecía más bien que estuviera usted defendiendo que nadie más que uno mismo pueda o deba salvarse a uno mismo.

M
hace 3 años

Buenas tardes. Para la persona que dejó el comentario anterior, si sigue nuevamente la línea del pensamiento hasta más adelante en el párrafo, leerá, “Porque sería nuestra propia alma esa persona que nos salvó y no nos dejaría caer”. Claramente ahí continúa la coherencia de su idea sobre que la persona que debemos conocer con el fin de solventar nuestros problemas o amarnos es uno mismo.

Saludos y buen escrito.

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