A lo largo de la historia el hombre ha sido el culpable de la extinción de numerosas especies.

La desaparición de animales y plantas como causa de los descubrimientos y colonizaciones del ser humano es un fenómeno conocido y estudiado por los paleontólogos.

Sin embargo, la presión actual causada por los humanos sobre las plantas y animales de forma directa e indirecta es mayor que nunca en la historia.

Hasta tal punto, que algunos científicos creen que nos encontramos en medio de una nueva gran extinción provocada por nosotros mismos, comparable a las que hubo hace millones de años a lo largo de historia de la Tierra, antes de la aparición de los homínidos.

Ya en 2007, con motivo de la conmemoración del día de la biodiversidad, la ONU denunció la desaparición de una media de 150 especies al día. Más de diez años después, esta situación está lejos de mejorar.

Cuando una especie desaparece o una población se reduce de forma descontrolada pueden surgir problemas y desajustes en el equilibrio natural del ecosistema en el que habitan.

Un ecosistema es el conjunto de organismos que ocupan un mismo espacio y que interactúan entre ellos y con el medio.

Un famoso ejemplo de colapso de un ecosistema ocurrió entre 1700 y 1800 en California, donde la caza descontrolada de nutrias marinas las llevó casi a la extinción.

Las nutrias se alimentan de erizos de mar, los cuales aumentaron en número gracias a la ausencia de su depredador natural, arrasando con los pastos de algas de los cuales dependían varias especies de peces. La disminución de peces afectó, a su vez, a los pescadores locales que se vieron perjudicados por la desaparición de las nutrias.

Sin embargo, los beneficios de un ecosistema en equilibrio van mucho más allá de la pesca o de cualquier ejemplo concreto

El equilibrio natural ayuda a mantener el ambiente saludable, proporcionando para los humanos y todos los seres vivos del planeta, recursos indispensables como el agua potable, el aire limpio y oxigenado o la tierra fértil.

A todo esto se debe sumar la inmensa cantidad de biomoléculas que varias especies de plantas, hongos, animales y microorganismos son capaces de producir y que pueden tener un uso futuro en la medicina o en la industria.

Muchas de estas moléculas pertenecen a especies que están aún por descubrir, sobretodo en los océanos. Especies que podrían estar en riesgo por culpa de la contaminación o la destrucción de su habitat, llegando quizás a extinguirse antes incluso de ser descubiertas.

La desaparición de especies es un problema global que se plantea como un gran reto para la humanidad.

Somos los responsables de la destrucción y la contaminación de la naturaleza que nos rodea, tenemos el deber de ser los responsables también de su recuperación y mantenimiento.


Imagen de janeb13

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