Desde el inicio de los tiempos es sabido que cada ser viviente por grande o pequeño que sea tiene un guardián que lo protege y le ayuda cada vez que puede. A estos seres los cuales los humanos les hemos dado el nombre de 'elementales' no solo aman a la criatura que cuidan, sino también a la madre naturaleza que ha creado todo lo que existe. Y a pesar de todo hubo un tiempo en que estas criaturas no solo cuidaban al ser humano sino que tenían varios pactos y alianzas con este. Tristemente el humano no solo incumplió con su palabra. También enterró en lo más profundo del olvido todo conocimiento que tenía sobre estas criaturas que un día fueron parte de nosotros. Y no siendo esto suficiente descaro la humanidad hizo algo peor, y decidió cerrar los ojos de su mente y su corazón para no volver a escuchar o ver a estos majestuosos inmortales.

Evidentemente los elementales se ofendieron y cortaron los lazos que tenían con el humano.

Miles de años después el hombre comenzó a caminar aún más ciego que antes y a pesar de que se veía a sí mismo no era capaz de reconocerse o mirarse. Y lo peor de todo es que ya ni siquiera podía ver a sus semejantes.

Cuando un humano nacía cada elemental tenía la esperanza de que ese humano fuese diferente y tuviese la capacidad de ver no solo, lo que quisiese ver. Algunos nacieron con este don y alegraban a los elementales pero a medida estos humanos crecían perdían esta capacidad y su mente y consciencia se cerraba a todo este mundo que nos ha rodeado desde el nacimiento de la tan amada Gaia, la cual es la madre que da sustento a todos los seres naturales. Los humanos le hemos dado el nombre de 'madre tierra'.

Los elementales lamentaban el alejamiento de cada humano no solo por cómo se alejaba cada vez más de lo que podría hacerlo feliz sino también porque el humano había iniciado una guerra sin darse cuenta. Empezaban una guerra contra los elementales y sus protegidos. También sentían el dolor de Gaia quien a pesar de todo amaba a cada humano como a cada ser viviente que estaba en ella. Le dolía ver la guerra iniciada por el humano hacia ella y los elementales y le dolía más aún porque el ser humano peleaba y no se daba cuenta de cuanto destruía, ni del daño que se hacía a sí mismo.

Incluso los mismos devas quienes desde el inicio de la creación habían luchado para defender la fuerza de vida otorgada por Gaia de los asuras. Los devas eran seres protectores con un conocimiento elevado y al contrario de los asuras los cuales eran seres que amaban el caos y luchaban por pervertir y destruir a las criaturas vivientes, los devas ya se estaban cansando. Y algunos con dolor cerraron sus ojos al hombre. Pero no todos los devas se rendirían tan fácilmente. Ellos sabían que había otras formas de luchar. Aun cuando fuesen invisibles por sus autoproclamados enemigos.

Los devas, elementales y Gaia pedían a la fuerza toda poderosa del universo por un aliento de esperanza. Un poco de paz y hermandad entre por lo menos unos cuantos humanos y tal vez de esta manera alguno de ellos sería capaz de abrir los ojos del alma y despertar de su tan pesado sueño.

Desdichadamente parecía no haber respuesta a estas súplicas y fue entonces cuando todos comenzaron a rendirse en la guerra contra el humano. Los ríos comenzaron a secarse. La tierra se volvió árida y dejó de dar fruto. El viento dejó de cantar y bailar feliz para teñirse de gris. El cielo dejo de dar cada día cálidas caricias de luz para opacarse y entregar un calor abrasador. Incluso los animales y las plantas lo cuales se oponían a verse derrotados tuvieron que ocultarse y pedir acilo a sus cuidadores para desaparecer de la vista de la humanidad.

En uno de los lugares más recónditos de la tierra había un bosque que no iba a aceptar su final y que estaba dispuesto a existir hasta el final. Este viejo bosque seria de refugio tanto a criaturas naturales como espirituales y su ubicación era desconocida para todo ser humano.

Sin embargo un día llego un viejo hombre humano que no tenía ojos. Tenía ropas andrajosas y mucho cansancio. Ni siquiera el mismo viejo sabía como había llegado a ese lugar. Pero el bosque no lo quería ahí. El bosque se quejó preguntando como ese humano había podido entrar a invadirlo. Sin embargo el bosque quedo sorprendido cuando escucho al viejo contestar a su pregunta. Desde hace milenios ningún humano había podido escuchar a los elementales cuando estos es hablaban, mucho menos a las plantas o a un bosque. El viejo también quedó maravillado porque a pesar de no tener ojos cuando entro al bosque no solo pudo escuchar y entender todo lo que en él habitaba sino que también logro ver cada detalle de este lugar.

Ni el hombre ni el bosque entendían lo que pasaba. Pero uno de los devas que presencio todo sonrió gentilmente y le explico que ese no era un ser humano común y corriente. Este viejo no nació con el don de ver más de lo que se quiere ver. Pero en toda su vida logro desarrollar el don de ver lo que ha sido olvidado. Este evento produjo gran alegría para Gaia porque significaba que aún había esperanza. Pero el hombre estaba viejo y no tardó mucho en morir y con la muerte de este hombre se perdió también la esperanza de Gaia.

Todo se estaba perdiendo incluso el mismo ser humano estaba por extinguirse junto con todo aquello que había olvidado hace muchos años.

Existieron entonces humanos que comenzaron a darse cuenta de que habían olvidado algo. Estos 'iluminados' trataron de crear caminos que llevaran a otros al recuerdo perdido que sería la clave para salvar no solo a la humanidad, sino también a Gaia, los devas, los elementales y toda criatura viviente. Algunos humanos lograron recordar lo que por generaciones y milenios se había perdido. Trágicamente estos hombres no lograron conocer a aquel viejo que por pocos años les dio esperanza a todos. Pero esto no impidió que se dieran cuenta de esta historia ya que una vez que un humano había logrado recordar, era capaz de conectar con todo ser viviente, incluyendo Gaia y la gran fuerza del universo. Con esta conexión se lograban comunicar con todo a su alrededor, y de esta manera los esenciales y los devas les narraban esa historia para que les ayudara en su camino. Desafortunadamente la mayoría de los humanos no los trataron con la seriedad que debían así que como consecuencia el mismo humano comenzó a perecer en una guerra que el mismo había creado.

Cuando el humano comenzó a disminuir su población los animales salieron de sus acilos, las plantas volvieron a crecer y todo estaba comenzando a tener sentido. La fuerza máxima del universo había escuchado los ruegos de todos los seres que pedían por el fin de la guerra.

Cuando Gaia se rindió no solo termino la guerra también la gano. Tristemente para el ser humano perder esta guerra significo perder muchas de las cosas que por años creyó importantes. Y lo más triste aún es que no estaba dispuesto a aceptar todo lo que los seres espirituales y naturales estaban dispuestos a darle. Y ninguno de ellos estaba listo para apoyarse mutuamente y protegerse como lo hacían cuando eran una creación joven y desconocían tantas cosas que comenzaron a estorbarles pero que ellos les llamaban 'necesarias'.

La inocencia del ser humano se había perdido y con esta se había ido su oportunidad de ser algo más que un simple humanoide. Era imprescindible para la raza humana despertar del sueño en el que ellos mismos se habían colocado. Pero nadie sabía qué hacer para despertar al hombre. Pues el que está dormido no despertara de su sueño hasta que se dé cuenta de que duerme.

Los humanos debían darse cuenta de que su sueño los estaba matando pero solo la humanidad podía salvar a la misma humanidad. Y de esta manera mientras se estaban destruyendo a sí mismos comenzaron a clamar a la fuerza mística del universo por piedad, compasión, y paz. De esta manera las mismas armas que los hombres habían creado para lastimarse uno a otros comenzaron a volverse en su contra dejando a la humanidad con solo una forma de salvarse. Uniéndose y apoyándose como hicieron al inicio de los tiempos.

La única solución del ser humano era sacar de sus corazones esa última pizca de humanidad que por años estuvo oculta en cada uno. Desesperadamente los humanos hicieron todo lo posible por despertar. Y por primera vez escucharon la verdad que se les había gritado durante años. Poco a poco los hombres comenzaron a ver y no solo a mirar. Se dieron cuenta del valor que tiene el silencio cuando son solo las miradas quienes conversan. Entendieron la diferencia entre conversar y hablar. Supieron que eran toda una misma raza formada de la creación de una misma fuerza.

Durante ese desesperado intento por sobrevivir a un ataque masivo que curaba a Gaia y mientras hacía perecer a la humanidad. Los pocos que pudieron sobrevivir en cada lugar despertaron. No es tu totalidad. Aún les faltaba mucho camino por recorrer pero ya habían dado el paso más duro. Comenzar a abrir los ojos.

Todos sabían que después de esta guerra nada podía volver a ser como era antes. Y esto aunque asustaba a los humanos alegraba a los elementales y a los devas. Pues ellos sabían que si cada humano comenzaba a tener lazos de hermandad entre ellos, en algún momento podrían volver a tener lazos con los seres naturales, los elementales, los devas, Gaia y más importante aún esa fuerza máxima que les había dado la oportunidad de decidir qué hacer con cada uno de ellos. Morir y extinguirse en una guerra la cual no sabían que existía o salvarse dando una mano de apoyo a cada uno de los que aún vivían.

Los hombres lloraron a quienes no sobrevivieron al último ataque de la guerra y se aferraron a aquellos que a pesar de todo seguían luchando para reparar los vestigios de una civilización que por poco cayo en la extinción y en el olvido.

Muchos ya no soñaban con volver al mismo lugar en el que estaban y querían lograr despertar totalmente. Mientras otros aún se reusaban a despertar. Pero ese último ataque no permitiría que todo diera vuelta atrás.

El hombre debía despertar para poder continuar existiendo. Y eso hizo. Al inicio fue difícil pues existían muchas ideas que apartaban la calma, paz y amor de la inocencia necesaria para ser uno con el universo. Aún había rastros de rencor, ira, tristeza, avaricia, codicia, soberbia y otros muchos de los defectos y tentaciones con las que los asuras los habían corrompido y atacado por años, estos defectos que dañaban el alma de los humanos y no les permitía despertar completamente, estos defectos que los tuvieron encadenados a un camino de perdición para la raza humana completa ahora les impedía regresar a los inicios de la creación y tener lazos con todo lo que les rodeaba.

Pero ya las personas no eran solo humanoides sino también seres humanos capaces de ayudarse para luchar contra cualquier mal que los atacase. Y al ver esto los devas comprendieron que una vez más era tiempo de luchar para liberar y ayudar a los humanos.

Una vez que los devas liberaron por completo a los humanos estos pudieron despertar y aceptar todo lo que Gaia, los seres espirituales, naturales y la fuerza poderosa del universo tenían para darle. El hombre se sorprendió de cuanto había perdido por un sueño tan largo y cuanto ganaba al decidir enterrar toda idea y recuerdo de guerras pasadas así como lo hicieron al inicio con los elementales. Los humanos aprendieron de su error y se juraron a sí mismos y al universo no volver a atacarse unos a otros y no volver a lastimar a los demás seres que además de respetarlos como se habían merecido siempre también los protegerían como estos los habían protegido antes.

De esta manera quedo marcado el inicio de un nuevo ciclo en el universo del cual nadie sabía ni como, ni cuando iba a terminar. Pero mientras durase todo sería como siempre debió haber sido.


Imagen de Luke Stackpoole 

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