Ante el desconfinamiento que ya han empezado a realizar algunos países, la OMS. avisa que se han de extremar las medidas de precaución.

La consigna es no bajar la guardia porque pasar del pánico a la euforia es tan fácil como peligroso para que haya un rebrote del COVID-19.

Alerta de la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la euforia social por verse desconfinada puede amenazar, según como se realice, lo que se ha conseguido hasta ahora contra el virus gracias a haber cumplido mayormente las normas.

Estamos, dice la OMS, en un momento clave pero delicado porque todavía no hay una vacuna ni tratamiento y sobre todo porque se han extendido unos peligrosos movimientos contrarios al distanciamiento social y físico con lo que ello supone.

Todavía no se puede celebrar ningún triunfo, a pesar de estar suavizando el confinamiento, por eso se insiste en que necesitamos esa distancia física para no contagiarnos apelando a la responsabilidad porque podría ocurrir que el Sars-CoV-2 se convierta en un virus endémico, como otros virus estacionales del grupo de los coronavirus, o pueda mutar. Vivimos en un planeta lleno de virus y aún no se sabe qué va a ocurrir con este.

¿Qué es la 'fatiga social'?

La 'fatiga' no es más que una emoción, pero que dada la situación de crisis mundial como la generada por la pandemia del Covid-19, es el caldo de cultivo perfecto para llevar a una sociedad a comportamientos extremos.

Los expertos estiman que después de haber pasado del pánico inicial por la noticia y el confinamiento al posterior tedio y cansancio, ahora que se empiezan a suavizar en cierto modo las medidas corremos el peligro de caer en el 'pasotismo' social.

Es decir, son tantas las ganas de la vuelta a la normalidad y a unas prácticas que nos permitan disfrutar de la vida que se vuelve a imponer el egoísmo, o sea, el pensar sólo en uno mismo y su entorno cercano frente al cuidado colectivo.

La 'fatiga social' es un fenómeno normal pero que lleva a las personas del pánico por una alarma sanitaria, como es el caso, a 'saltarnos' las medidas de distancia social, con lo que ello conlleva de desprotección para nosotros mismos y los demás por cansancio.

La 'fatiga' se deja notar en la salud mental que se ha visto afectada por el aislamiento social impuesto y la pérdida del trabajo y la consiguiente falta de recursos económicos en muchos casos.

Pero es obvio que el comportamiento que tengamos a partir de ahora, cuando empiezan a levantarse las restricciones, determinará el curso de la pandemia. El camino que sigamos nos llevará a la nueva normalidad o a la vuelta a las restricciones de movimiento y de interacciones sociales.

No obstante, aunque este cansancio ante la pandemia y sus consecuencias se va notando en las distintas sociedades por igual, este se está expresando de forma distinta en los diferentes países, bien por motivos culturales o sociales.

Desobediencia 'versus' responsabilidad

Efectivamente, contrariamente a la lógica, se están produciendo actos de rebeldía contra la distancia física y las medidas de protección sobre todo en países del entorno mediterráneo.

Pero esto posiblemente no es así por casualidad. Los sociólogos explican que esta 'desobediencia' se debe a que por estas latitudes no se tiene asimilado conceptos como la co-responsabilidad con los que no son ni familia ni entorno próximo.

Así, la única fórmula que se ve como efectiva para que se cumplan las normas es la de que los gobiernos o los organismos supra-gubernamentales apelen al riesgo que supondría incumplirlas para 'tus padres', 'tus hijos', 'tus abuelos' o cualquier otro 'tuyo' cercano.

El fin último sería que se tomara conciencia seriamente de que tenemos que pensar más allá de nosotros y los nuestros para dar paso a la responsabilidad como individuos de una misma sociedad donde todos estamos vinculados entre sí de una manera u otra.

Saber funcionar como sociedad ante dificultades importantes, sin tener que mediar obligatoriamente la imposición unilateral del Estado, es un paso de gigantes para progresar, como en este caso, contra el COVID-19.

Qué es el COVID-19

Este nuevo patógeno se detectó a finales de 2019 en la ciudad china de Wuhan. Desde allí se extendió rápidamente provocando una pandemia mundial con multitud de infectados y fallecidos y que aún hoy no está controlado por falta de tratamiento.

El brote se multiplicó y cambió la vida de millones de personas en el planeta, que de un día para otro debieron quedarse en casa confinados para evitar contagios.

Pero aunque para las circunstancias es totalmente irrelevante, hay que hacer constar que científicamente el virus y la enfermedad que este produce tienen una denominación propia.

El término coronavirus se refiere a una amplia familia de virus, la de los coronavirus, que se llaman así porque sus membranas tienen puntas en forma de corona. Se trata de una familia de virus muy antigua cuyas distintas versiones es posible que hayan existido a lo largo de millones de años.

Los coronavirus suelen vivir, que se sepa, en murciélagos y pájaros. Son innumerables, pero solo siete de ellos, a día de hoy, se cree que pueden traspasarse al ser humano. Son los denominados HCovs (Human coronavirus). Cuatro de ellos (HCoV-229E, HCoV-NL63, HCoV-HKU1, y HCoV-OC43) suelen causar un resfriado común, pero pueden ser graves en personas inmunodeprimidas. Los otros tres tipos de coronavirus que han causado brotes de enfermedades graves en humanos son el SARS-CoV-1 (2002-2003), MERS-CoV (2012-actualidad) y ahora el SARS-CoV-2.

SARS-COV-2 es el nombre oficial que el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV) le dio en febrero al último miembro de la vieja familia de los coronavirus. La denominación viene de 'coronavirus 2' (CoV-2) y de las siglas en inglés de Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS). El nombre se le dio por el parecido genético entre el SARS-CoV-2 y el SARS-CoV-1 (aunque este fue más infeccioso no fue tan letal a nivel global).

Sin embargo, la OMS prefiere referirse al patógeno como COVID-19 'el virus responsable de la enfermedad infecciosa causada por el nuevo coronavirus' para evitar que algunas poblaciones que padecieron el SARS de 2003 lo relacionen.

La prevención es clave

Es importante diferenciar al virus de la enfermedad, pues no todos los que son portadores la desarrollan, de ahí la importancia de las medidas de seguridad.

Los síntomas del coronavirus (COVID_19) unos días después de la infección son: fiebre, fatiga, tos, falta de aliento y dificultad al respirar y dolores musculares.

Para reducir el riesgo de contagio por este coronavirus, ya que este se transmite previsiblemente por el aire, se recomienda usar mascarillas y guantes; lavar la manos con agua y jabón o utilizar productos antibacteriales a base de alcohol; cubrir la nariz y la boca con pañuelos desechables o con el ángulo interno del codo cuando se vaya a toser o estornudar;desechar los pañuelos usados: evitar el contacto cercano con quien esté resfriado o con síntomas similares a la gripe; evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos sin lavar; cocinar bien la carne y los huevos; evitar el contacto sin protección con animales vivos de granja o salvajes.

Además, la OMS establece claramente que una persona en cuarentena no puede recibir visitas ya que el aislamiento es una de las estrategias más efectivas para reducir la tasa de contagio de la enfermedad y detener los brotes. Basta pasar solo 15 minutos a dos metros de una persona contagiada del SARS-CoV-2 para estar en riesgo.

Mantener la distancia social es una de las armas más poderosas y efectivas contra el SARS-CoV-2 para prevenir ser contagiados. Es una medida que durante otros brotes ha demostrado que disminuye la velocidad de propagación de los virus. En este sentido se ha recomendado en la medida de lo posible: estimular el teletrabajo, limitar los viajes que no sean esenciales, evitar lugares concurridos y estar a dos metros unos de otros.


Imagen de Two Dreamers

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