En las tierras mayas, donde el sol dorado ama y es amado, no solo por los nativos sino también por las estelas y el maíz que es fruto de vientre de la tierra, nació una joven destinada a ser 'La Reina del Sol'. Pero más que ser su reina, ella soñaba con ser su esposa.

El sol la despertaba con sus rayos cálidos todas las mañanas como si estos fuesen besos de un cariño indispensable a su prometida. De vez en cuando, el sol le regalaba arcoíris para alegrar sus días.

Tanto el astro solemne como la joven amante tenían un vínculo que los unía no solo por las profecías, rituales y la cultura de su pueblo. Ellos se tenían un mutuo cariño y admiración. Pero el cariño y la admiración no siempre son suficientes para un final feliz.

Una noche mientras la joven caminaba por el campo pensando en su amado, dirigió sus grandes ojos verdes al cielo estrellado y poso su mirada en la luna, la cual brillaba intensamente como cada noche. La joven se quedó contemplando el hermoso astro nocturno hasta que notó que su brillo era no solo similar sino que igual al del sol. Eran los mismos rayos luminosos que la despertaban cada mañana. Fue entonces cuando ella comprendió que el sol iluminaba a la luna todas las noches y con su luz acariciaba su belleza para que todos pudieran ver a esta espléndida y maravillosa dama nocturna.

Fue en ese mismo instante en el cual esta bella joven soñadora comprendió que aun siendo la esposa de sol, este jamás dejaría de ser el caballero luminoso de la luna. El sol y la luna llevaban siglos amándose en el firmamento apoyándose el uno al otro en el universo. Su relación era más antigua que la tierra misma. La bella joven de ojos verdes, piel morena y cabellos de seda negros no podía competir con el encanto de la luna y el amor que el sol le procuraba a esta desde el inicio de los tiempos.

Cada ocaso la joven subía a lo más alto de una colina para regalarle una danza a su amado sol. Cada baile estaba lleno de alegría y devoción pero desde que se dio cuenta de la relación tan íntima entre el sol y la luna, los pasos de su danza demostraban tristeza, dolor y resignación. El sol veía a su prometida cada crepúsculo llorar justo después de hacer su baile. Sin embargo el sol no comprendía el porqué de su llanto ni sabía por qué ella ya no le hablaba en el crepúsculo matutino como solía hacerlo antes.

La joven destinada a ser reina sabía que no sería feliz con un rey que amase a otra reina. Por lo que convencida de que era la mejor opción, se decidió a realizar un ritual el cual solo conocían unos pocos ancianos y sabios del pueblo, pero que nadie se había atrevido a realizar antes.

Todos sabían que una vez iniciado el ritual ya no habría vuelta atrás y se convertiría en parte de la madre que da el maíz, la lluvia y refugio a todo ser viviente.

Un día en el cual era soleado pero lluvioso al mismo tiempo los venados se abstuvieron de nacer para honrar el gran sacrificio que haría la hermosa y devota reina para liberarse a sí misma de su destino y a su amado de seguir amando a su dulce dama de la noche. Ese día la joven subió a la misma colina de siempre pero con una danza diferente y en esta ocasión la acompañaban el sonido del viento, las aves y los ríos los cuales se unían en una triste, apasionada y melódica sinfonía que sorprendió al sol puesto a que nunca antes había visto lo que estaba ocurriendo. El sol estaba consternado y maravillado al ver los pasos de baile de su prometida. Jamás paso por su mente que ese divino baile sería el último de su querida joven.

Mientras bailaba sus lágrimas se fueron uniendo a la lluvia y su carne color tierra se fue transformando en polvo hasta que se fundió lentamente en el suelo. Su cabello de seda a pesar de ser negro azabache se blanqueó como la plata y ayudo a las orugas a hacer unos hermosos capullos. Por último sus ojos que flotaban en el aire dieron su última lágrima y como si fuesen unas simples semillas cayeron en la tierra la cual las germino inmediatamente por el corazón palpitante de la joven amante. De estas semillas nacieron unas hermosas flores que hoy en día son llamadas orquídeas. Los pétalos de estas bellas flores eran tan blancos como la pureza del alma y el amor de esta triste soñadora. Sin embargo tenían unos toques verdes como el color de los profundos ojos con los cuales pasaba cada crepúsculo admirando las puestas de sol.

La madre que da la cosecha lloro al saber que aunque la joven siempre estaría presente no quedaría ni un solo rastro de ella más que en esas flores. Así que empezó a llover durante doce días. Mientras tanto el sol se escondió entre los nubarrones. Él también sentía el dolor de la pérdida de su prometida. En esos doce días el sol no alumbro a la luna y esta no musito ninguno de sus hechizos nocturnos, simplemente se vistió con su negro manto y guardo luto a la futura reina. Todos creían haber perdido a su amada reina y a su más noble doncella. Incluso el mismo pueblo no salió de sus hogares y no trabajaron durante esos doce días en que los astros le lloraron su perdida.

Como era tradición se hizo una plegaria a los dioses por el alma de esta joven amante que en su amor había perdido la cordura y había ganado el valor para hacer un ritual al cual nadie se había atrevido a hacer. Sin embargo en estas tradiciones era necesario el cuerpo del difunto y en el caso de la joven no había cuerpo. Por esta razón hicieron una estatua dorada para hacer homenaje al funeral

Todo el pueblo maya sufría la perdida de la reina que nunca llego a ser coronada sin embargo nadie se atrevió a cortar las flores que generaban el aroma del perfume que solía usar siendo humana.

Cada mañana unos cálidos rayos de sol iluminaban en lo más alto de la colina aquel perfecto racimo de flores que quedo de su prometida desaparecida a su vista y a él mismo.

Una mañana todas las criaturas de las tierras mayas comenzaron a bailar y a cantar junto con el viento y los ríos. Todos hacían la misma danza alegre que la su reina realizaba cada atardecer. Y con esa danza creaban un canto divino en el cual se podía escuchar la melodiosa voz de la que una vez fue la joven amante. En ese momento los ancianos y sabios comprendieron lo que ocurría. Esas orquídeas que estaban en lo alto de la colina no simbolizaban la muerte de 'La Reina Del Sol'. Si no todo lo contrario. Simbolizaban la eterna esencia y vida del alma de la joven. Todos comprendieron que lo que la joven quería no era dejar de amar al sol, sino amarlo por siempre con la misma libertad que la luna lo ha amado todos estos milenios. De esta manera el sol no estaba atado a ningún compromiso ni a ningún ser. Podría iluminar cualquier lugar y a cualquier persona o ser y sería libre de hacerlo. Ella sabía que el sol la amaba a pesar de que su amor por la luna no sería borrado jamás. Pero eso no impediría que ella siguiera amándolo a él y a su pueblo por el resto de su existencia en la tierra el cual sería mayor ahora que había realizado el ritual.

Cada mañana cuando el sol acariciaba esa colina con sus dulces besos de luz se podía escuchar el canto de su adorada reina correspondiéndole en un gesto de felicidad, paz y amor.

El pueblo maya sabía lo sagrado de este evento que matinal que se llevaba a cabo entre el sol y ese ramo de orquídeas. Así que como acto de solemnidad construyeron doce estelas y las colocaron en lo alto de la colina alrededor de las flores para hacer notar que ese era un lugar sagrado y para pedir a los dioses que una vez cada doce años la doncella que un día se comprometió con el sol y el sol mismo podrían estar juntos durante un día y nadie impediría o evitaría esta reunión. Fue un pacto sagrado en el cual la misma madre que da la cosecha dio su palabra de mantener viva la esencia de la doncella maya.

Todos los dioses dieron su palabra de ser protectores de las flores que contenían el espíritu de la joven. Y cuando el espíritu de la joven puede rondar libre por toda la tierra repartiendo su alegría se le puede ver con un collar de cuarzos y una corona blanca la cual le fue otorgada por la misma luna la primera noche que supo de su canción.

La luna jamás se lo dijo porque como la mayoría de nosotros siempre nos parece irrelevante decir cosas así. Pero la luna también la observaba y le compartía unos cuantos destellos que le daba el sol. Porque ella también la quería y la admiraba. Sabía que estaba destinada a casarse con el sol pero nunca expreso inconformidad con el sol o la joven por la abnegación y devoción que la joven tenía a su amado.

El sol jamás dejo a la luna pero tampoco dejo de amar a su reina y aunque nunca pudo ser coronada en la ceremonia que todo el pueblo tenía preparada desde su nacimiento. Esto no impidió que la inscribieran en las pirámides donde están los otros monarcas que aunque no tuvieron una historia trágica o romántica fueron dignos de acompañar su historia.

Esta es una de las más bellas historias que han sido olvidadas en el tiempo y que solo aquellas personas que creen lo suficiente en la magia y en el amor. Pueden no solo verla o escucharla sino también entenderla. Y si algún día tu querido lector visitas las tierras mayas en las cuales el maíz nace de la madre que da cosecha y es teñido del color de ese astro amante que regala libremente sus caricias al mundo podrías tener la suerte de estar cerca de una colina un amanecer y escuchar el bello canto de una joven dama que entrega su corazón al sol y a su pueblo.

Ya que esta historia es antigua no se conoce con exactitud cuál es el lugar exacto de dicha colina es fácil para muchos darse por vencido antes de comenzar su búsqueda. Pero esto solo es una excusa de la mente ya que lo único que debes recordar que para encontrar este mágico lugar es que serán doce estelas en lo alto de una colina rodeando un perfecto ramo de orquídeas blancas con detalles verdes en sus pétalos.

Incluso el pueblo maya que no ha desaparecido simplemente ha sido olvidado, cuidan este lugar sagrado.

Cuentan algunas leyendas que todo aquel que ame de forma tan pura a una persona y se encuentre con estas flores solo deberá verlas durante un cierto tiempo y estas comenzaran a hablar con quién les vea. De esta manera uno puede pedirle al alma de Ahau K'iin que su amor sea correspondido y duradero y este amor durara incluso después de la muerte física de los amantes que saben creer. Sin embargo la reina del sol sabe diferenciar de un amor que es puro, benigno y real de uno falso. Por eso este lugar es tan sagrado, ya que a los dioses no les gusta que el alma de la reina sea perturbada por cualquiera.

Si el amor no fuese puro el mismo sol se enojaría contra esa persona dándole revistiéndolo de rayos de ira que lo quemarían en pocos segundos y el alma de la doncella lloraría una vez más haciendo que la madre que da refugio a todos los seres vivos se entristecería por doce meses.


Imagen de Jack sotomayor

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